Nuestra Posición Politica

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martes, 8 de mayo de 2012

Primera Parte Republica Popular Socialista de Vietnam,Armar a las Masas Revolucionarias y Construir el Ejercito Popular Nguyen Vo Giap



PRIMERA  PARTE








ARMAR A LAS MASAS

REVOLUCIONARIAS,

CONSTRUIR 

EL EJERCITO POPULAR

NGUYEN  VO GIAP

NOTA DE LA EDITORIAL

A finales de 1971 y principios de 1972 en medio de la decidida y victoriosa lucha de la nación vietnamita, en el sur y el norte, contra la agresión norteamericana, el general Vo Nguyen Giap, miembro de buró político del partido de los trabajadores de Vietnam, viceprimer ministro, ministro de defensa nacional y comandante en jefe del ejército popular de la RDVM, escribió éste importante trabajo sobre las experiencias militares del pueblo vietnamita a lo largo de su lucha milenaria contra los agresores extranjeros, y sobre la teoría hábilmente elaborada y aplicada por sus líderes.
El gran general Giap, que ha comandado el ejército popular de Vietnam, desde su fundación el 22 de diciembre de 1944, a través de la lucha contra los imperialistas franceses y japoneses, hasta la portentosa victoria de Dien Bien Phu y durante todo el período de la lucha contra la agresión norteamericana, realiza en esta obra un recuento general y una síntesis teórica del crecimiento y la organización delas fuerzas armadas vietnamitas, y señala las pautas para su desarrollo futuro.



INTRODUCCIÓN
Pueblo heroico, nuestro pueblo cuenta con una tradición de valiente lucha contra los agresores extranjeros. A lo largo de varios siglos, el pueblo vietnamita ha ido acumulando una gran experiencia en la insurrección popular y en la guerra de todo el pueblo contra ejércitos mucho más poderosos que el nuestro. Desde el nacimiento de la clase obrera vietnamita, guiado por nuestro partido y con la vista fija en los objetivos de la revolución, que son la independencia nacional, la democracia y el socialismo, nuestro pueblo ha exaltado esta tradición de lucha contra la agresión extranjera y ha elevado la insurrección popular y la guerra de todo el pueblo a niveles muy altos. Nuestro pueblo ha vencido al fascismo japonés y al imperialismo francés; nuestro pueblo ha puesto en jaque al imperialismo norteamericano y está a punto de derrotarlo, añadiendo nuevas páginas gloriosas a nuestra historia y contribuyendo dignamente a la obra revolucionaria de los pueblos de Indochina, del sureste asiático y del mundo.
Por su lucha, rica en victorias, contra las dos fuerzas de agresión más feroces del siglo XX –el imperialismo y el colonialismo-, Vietnam se ha convertido en el símbolo del espíritu de rebeldía indomable, en símbolo de inteligencia creadora, de talento militar en la lucha por la salvación nacional, del poder invencible de la guerra popular. La guerra del pueblo vietnamita es una gran hazaña, una acontecimiento legendario del siglo XX, y ha puesto de manifiesto una verdad irrefutable: en la época actual, por muy pequeño que sea un pueblo, por muy reducido que sea su territorio, por poco numeroso que sea su población y poco desarrollada su economía, si se mantiene unido y decidido, si sigue una línea revolucionaria justa, si sabe aplicar en forma creadora los principios marxistas – leninistas sobre la insurrección popular y la guerra de todo el pueblo a sus condiciones propias, y si goza, además, de la ayuda del campo socialista y de la humanidad progresista, entonces es perfectamente capaz de vencer agresores varias veces más poderosos que él, incluyendo al cabecilla de los imperialismos, el imperialismo norteamericano.
Para trazar el camino justo y creador de la revolución y de la guerra revolucionaria en Vietnam, nuestro partido ha estudiado y conoce a fondo las leyes del desarrollo de nuestra sociedad, las leyes de la guerra revolucionaria y de la violencia revolucionaria en nuestro país. El contenido esencial de la ley de la violencia revolucionaria es la combinación de las fuerzas políticas con las fuerzas armadas, la combinación de la lucha política con la lucha armada, de la insurrección con la guerra revolucionaria. En el proceso de la dirección de la insurrección popular y de la guerra de todo el pueblo, nuestro partido ha edificado el bloque popular unitario sobre la base de la alianza obrero – campesina y bajo la dirección de la clase obrera; ha organizado las amplias fuerzas políticas de las masas y creado unas poderosas fuerzas armadas populares que engloban a las masas armadas y al ejército revolucionario. Nuestro pueblo ha aplicado con espíritu creador, diferentes formas de lucha, combinando la ofensiva con la sublevación; ha adoptado una estrategia ofensiva en las tres zonas estratégicas –el llano, la región montañosa, las ciudades-, con el fin de aniquilar al enemigo, conquistar y mantener el control, sacudir el yugo del colonialismo y sus lacayos y hacer fracasar la guerra de agresión del imperialismo.
En la presente obra examinaremos el problema de la edificación de las fuerzas armadas populares en la insurrección y la guerra revolucionaria en nuestro país, uno de los aspectos fundamentales de la línea militar de nuestro partido.
Nuestras fuerzas armadas populares han surgido durante la insurrección de todo el pueblo, la guerra de todo el pueblo y la organización de la defensa nacional por parte de todo el pueblo bajo la dirección de nuestro partido; han crecido con rapidez y han derrotado gloriosamente a nuestros adversarios. Todos los vietnamitas patriotas se han puesto en pie para combatir al enemigo y salvar al país; han elevado hasta su más alto grado el lema nacional tradicional: “cada ciudadano, un soldado”, organizando a la vez el ejército regular y las numerosas fuerzas armadas de las masas, que hostigan al enemigo donde quiera que se encuentre. Contamos ahora con millones de combatientes en las amplias organizaciones militares de las masas con cientos de miles de combatientes en las unidades del ejército popular, dotadas de diferentes tipos de armas –armas rudimentarias y armas modernas y menos modernas-, combatientes que se enfrentan al enemigo con valor e ingeniosidad, que combaten sin dar cuartel y con abnegación, por la independencia, la libertad y la reunificación de la patria, por el socialismo, contra el principal representante del imperialismo en nuestra época: el imperialismo yanqui agresor.
Si lanzamos una mirada retrospectiva al rápido proceso de maduración y a las etapas llenas de brillantes hazañas de nuestro pueblo en general y de las fuerzas armadas populares en particular, en la lucha contra el fascismo japonés, el colonialismo francés y el imperialismo norteamericano, podemos decir que las fuerzas insurrecciónales populares y las de la guerra del pueblo, que abarcan lasfuerzas políticas y las armadas, constituyen un modelo típico, logrado por nuestro partido en la organización y edificación del poder total de las masas revolucionarias, de la violencia revolucionaria. Dicho de otro modo: las fuerzas armadas de nuestro pueblo, que englobanlas fuerzas armadas de las masas y el ejército revolucionario, organizados y dirigidos por el partido, constituyen un modelo acabado de organización de las fuerzas militares de nuestro pueblo, un pueblo pequeño que ha vencido sucesivamente a tres grandes imperialismos de la época actual.
Este modelo se ha podido lograr porque nuestro partido conocía a fondo y dominaba firmemente los principios del marxismo leninismo sobre la organización militar en la insurrección armada y en la guerra revolucionaria; porque ha continuado y desarrollado la tradición de combatir al enemigo con todo el país; porque ha sabido utilizar las experiencias en la organización de las fuerzas armadas acumuladas durante las insurrecciones nacionales y las guerras nacionales del pasado, y aprovechar con espíritu crítico las experiencias de los demás pueblos. Con espíritu creador, nuestro partido ha llevado a la práctica de la insurrección y de la guerra de nuestro país estos principios y experiencias; es decir, los ha aplicado a las condiciones de un pequeño país que se ve obligado a afrontar las poderosas fuerzas de agresión del imperialismo y de colonialismo, para poder alcanzar los objetivos de la revolución fijados por nuestro partido.
Su correcto enfoque de la violencia revolucionaria y de la guerra del pueblo llevó a nuestro partido a armar a las amplias masas, y a edificar a la vez un ejército popular poderoso; a considerar las fuerzas armadas de masas como la base del ejército popular, y a este como la armazón de aquellas, tanto en la insurrección armada y en la guerra revolucionaria como en la defensa nacional por todo el pueblo; tanto en la guerra de liberación nacional como en la guerra por la defensa de la patria.
De acuerdo con su criterio histórico concreto, nuestro partido ha logrado resolver con éxito, en los diferentes períodos de lucha revolucionaria, el armamento de las masas la edificación del ejército popular, adecuando su acción a las exigencias de las tareas revolucionarias, al adversario por vencer, a las formas de lucha revolucionaria en cada momento, y basándose siempre en las condiciones históricas concretas en materia política, social y económica.
En la actualidad, y a pesar de sus graves fracasos, la administración Nixón se obstina en proseguir la “vietnamización de la guerra” y en intensificar y extender el conflicto a toda Indochina. Conocedora de las leyes de la guerra revolucionaria en el período nuevo, la población subvietnamita intensifica la lucha armada y la lucha política y combina la ofensiva con las sublevaciones en las tres zonas estratégicas, determinando su acción en concierto con los pueblos hermanos de Cambodia y Laos, y está echando por tierra la estrategia de “vietnamización”, así como la doctrina Nixon en todo el teatro de operaciones indochino.
Ahora más que nunca, paralelamente al desarrollo de las fuerzas políticas y a la lucha política, tenemos que intensificar la edificación de las fuerzas armadas y la lucha armada, combinándolas estrechamente con los demás aspectos de la lucha, como tarea principal para vencer totalmente a los agresores norteamericanos y sus lacayos, para liberar el sur, defender el norte, lograr la reunificación del país y cumplir con nuestras obligaciones internacionales. Sin escatimar esfuerzos en llevar a cabo esta tarea primordial de nuestra revolución, debemos preparar, además, las condiciones y la orientación para organizar las fuerzas armadas populares y la defensa nacional por todo el pueblo de una forma permanente, para poder defender con firmeza nuestra patria y dar al traste con cualquier eventual agresión, cualquiera que sea el enemigo que la fomente, cualesquiera que sean la importancia de sus tropas y la calidad de sus equipos.
Debemos llevar a cabo el armamento de las masas revolucionarias y la edificación del ejército popular para poder realizar cabalmentelas tareas inmediatas y futuras de nuestro pueblo.
Para ello es preciso que profundicemos aún más en los principios del marxismo leninismo sobre la organización militar del proletariado, que analicemos nuestras experiencias y tradiciones nacionales en la organización de las fuerzas armadas, y, sobre todo, que sinteticemos paso a paso las experiencias acumuladas por nuestro partido en el transcurso de más de 40 años dedicados a la edificación del ejército y al armamento de las masas.
La teoría y la práctica del armamento de las masas y la edificación del ejército constituyen uno de los problemas candentes para muchos pueblos en el momento actual, en su lucha por la independencia nacional, la democracia, y el socialismo, frente a la política de violencia y a la política de guerra feroz del imperialismo –cuyo representante principal es el imperialismo yanqui-, y frente al rápido desarrollo mundial de las armas y los medios de guerra, cada día más modernos.
I

TESIS MARXISTAS – LENINISTAS SOBRE LA ORGANIZACIÓN MILITAR DEL PROLETARIADO
El marxismo – leninismo estudia el problema de la organización militar del proletariado en su relación orgánica con la teoría de la lucha de clases y el Estado. Con la disolución de la comunidad primitiva, la sociedad se divide en clases, y su historia es la historia de la lucha de clases.
Con la formación de las naciones nace el problema de la opresión nacional y de la sujeción nacional, y entonces la lucha de clases se desarrolla también bajo la forma de lucha nacional. Esclavistas y esclavos, terratenientes y campesinado, burguesía y proletariado, naciones opresoras y naciones oprimidas, países agresores y países agredidos, grupos antagónicos en la sociedad, etc., han estado enfrascados en la lucha ininterrumpida, multiforme, que en su paroxismo toma la forma de conflicto armado, de guerra, hasta el presente, en la sociedad de clases han estallado una cantidad innumerable de guerras. Si solo contamos la de mayor envergadura su número asciende a más de una decena de miles, desde hace unos cinco mil años a esta parte. El ejército es el instrumento principal para llevar a cabo una guerra. Su origen está ligado a la aparición del Estado, cuando la sociedad se divide en clases antagónicas. El ejército es una organización especial del Estado, el instrumento de una clase determinada, que sirve a la realización de su línea política mediante la violencia armada.
La naturaleza clasista del Estado determina la naturaleza social del ejército y su misión. El ejército de los Estado explotadores tiene siempre como misión en el interior, la de reprimir a las masas explotadas y obligarlas a someterse al orden establecido por la clase dominante; y, en cuanto al exterior, la de conquistar otros países y defender el territorio nacional contra la agresión extranjera.
En la historia de la sociedad, encontramos tres tipos de Estado explotar, a los que corresponden tres tipos de ejército: el del Estado esclavista, el del Estado feudal y el del Estado capitalista.
En el transcurso de la historia, estos tipos de ejército han recibido diferentes nombres, han tenido diferentes formas de organización y diferentes procedimientos de reclutamiento, de acuerdo con las condiciones concretas; pero su naturaleza es siempre la misma: el ejército del Estado explotador es siempre el instrumento de la clase dominante, y sirve a la represión de las masas explotadas en el país, y al saqueo y sometimiento de otros países y pueblos.
Pero en los regímenes de explotación no encontramos solo al ejército de la clase dominante.
Para oponerse a la violencia armada de esta última, también las masas oprimidas han ido formando, en el transcurso de su lucha revolucionaria sus propias organizaciones armadas revolucionarias. Ya en la antigüedad, en Roma, los esclavos que se sublevaron bajo la dirección de Espartaco –a quien Marx considera como el hombre más espléndido de toda la historia antigua. Gran general… verdadero representante del proletariado antiguo- habían sabido organizar un importante ejército insurrecto que contaba con cientos de miles de hombres que combatían con tesón al ejército del Estado esclavista.
Durante el feudalismo, en Europa, Asia y África, las organizaciones armadas campesinas estuvieron siempre presentes en las insurrecciones, guerras campesinas y guerras de liberación de numerosos países; eran ejércitos bastante numerosos y dotados de una fuerza combativa muy grande. En las revoluciones burguesas antifeudales, con el asenso del capitalismo, encontramos también organizaciones armadas de los campesinos, e incluso de los obreros, en su forma de lucha espontánea, bajo la bandera de la burguesía.
Pero las organizaciones armadas revolucionarias de las clases explotadas de aquella época, a causa de sus propias limitaciones históricas y por el hecho de que todavía no podías promover una correcta línea política, militar y organizativa, terminaban siendo reprimidas por sus enemigos y traicionadas por sus “aliados”, pese a su valor en el combate y a las grandes victorias que a veces lograron alcanzar.
Esta traición se manifiesta en su forma más completa en la revolución burguesa dirigida por la clase capitalista. En Francia, como ya había observado Engels desde hacía tiempo, después de cada revolución los obreros estaban armados; “por eso, el desarme de los obreros era el primer mandamiento de los burgueses que se hallaban al frente del Estado. De aquí que después de cada revolución ganada por los obreros, se llevara a cabo una nueva lucha que acababa con la derrota de estos”.
Fue necesario esperar a que el marxismo viera la luz, a que el proletariado tuviera su propio partido político y llegara a ser una fuerza política independiente, a que pasara del estado “espontáneo” “conciente” y a que su lucha revolucionaria realizara un salto cualitativo, para que se pudiera resolver en forma completa, sobre esta base, el problema de la organización militar, de las bases oprimidas, con la ciencia militar del proletariado. El hecho de haber entrado en la arena política, los partidos de la clase obrera –partidos comunistas-, y haber tomado en sus manos la dirección de la revolución en los diferentes países, condujo a la creación de unas organizaciones armadas de naturaleza revolucionaria y francamente popular, surgidas de las revoluciones proletarias o revoluciones democráticas burguesas, revoluciones democráticas populares y revoluciones de liberación nacional dirigidas por la clase obrera. En particular después de la victoria de la revolución rusa de octubre y de las revoluciones de otros países socialistas de Europa, Asia y América Latina apareció por vez primera en el mundo un tipo de fuerzas armadas totalmente nuevas. Son las verdaderas fuerzas armadas del pueblo, del Estado de la dictadura del proletariado, el Estado más avanzado en la historia de la humanidad.
1. LAS TESIS DE MARX Y ENGELS
Al definir el papel histórico de la clase obrera mundial como sepulturera del capitalismo y constructora de la sociedad comunista, sociedad sin clases en la cual se suprime la explotación del hombre por el hombre, Marx y Engels han mostrado al proletariado la vía más justa para su liberación: la clase obrera, bajo la dirección del partido comunista, debe aliarse estrechamente al campesinado, debe emplear la violencia revolucionaria para destruir el aparato estatal de la burguesía, debe instaurar el Estado de la dictadura del proletariado, servirse de este Estado como instrumento para defender la dominación del proletariado y transformar la sociedad de acuerdo con los principios comunistas.
El problema de la organización militar proletaria se ha planteado, en primer lugar, partiendo de esta gran tarea de lucha revolucionaria del proletariado. Al alzarse para romper sus cadenas y echar por tierra todo el viejo mundo, el proletariado y las masas revolucionarias deben crear necesariamente, en el transcurso de los procesos revolucionarios su propia organización militar.
Es preciso hacerlo, ya que solo una fuerza material puede destruir otra fuerza material; solo el empleo de la violencia permite cumplir la gran tarea histórica de poner fin a la dominación capitalista e instituir la dictadura del proletariado. La clase dominante nunca se retira por voluntad propia de la palestra histórica. El Estado monárquico y el Estado burgués disponen en forma permanente de una importante fuerza armada, que perfecciona constantemente para hacer de ella un instrumento eficaz en la represión del pueblo trabajador del país y en la aplicación de su política de rapiña en el mundo.
Nunca dejan de apoyarse en el aparato militar contrarrevolucionario para sofocar cualquier aspiración a la libertad del proletariado y delas masas trabajadoras y ahogar en sangre su lucha revolucionaria. Engels ha señalado esta “característica fundamental” de la burguesía aún en el período ascendente del capitalismo: “la burguesía ponía de manifiesto a que insensatas crueldades de venganza es capaz de acudir tan pronto como el proletariado se atreve a enfrentarse con ella, como clase aparte con intereses propios y propias reivindicaciones”. El desarrollo del capitalismo, y sus contradicciones internas cada vez más agudas, conducen necesariamente a una creciente tendencia militarista, a la tendencia a inflar las fuerzas armadas contrarrevolucionarias en el aparato del Estado burgués. Engels escribió: “los ejércitos se han convertido en la finalidad principal de los Estados, en un fin en sí; los pueblos ya solo existen para suministrar soldados y sostenerlos. El militarismo predomina y devora a Europa”.
Esta situación obliga al proletariado y a las masas oprimidas a construir una organización militar propia para oponerse a la represión armada del Estado burgués, destruir su aparato militar, aplastar cualquier resistencia por su parte, con el fin de tomar el poder, instaurar el poder revolucionario y defenderlo. Si una organización militar es necesaria en la lucha del proletariado para derrotar a la burguesía ¿de qué forma debe realizarse?
Este es un problema que los maestros del marxismo – leninismo han resuelto en forma completa.
Fundadores de la ciencia militar proletaria, Marx y Engels fueron los primeros en sentar las bases teóricas del problema de la forma de organización militar del proletariado, con la siguiente célebre tesis: armar a la clase obrera, sustituir el ejército permanente por el pueblo en armas “los obreros… deben estar armados y tener su organización. Se procederá inmediatamente a armar a todo el proletariado con fusiles, carabinas, cañones y municiones… todo intento de desarme será rechazado, en caso de necesidad, por la fuerza de las armas”. Este ardiente llamado al combate fue lanzado por Marx y Engels en los años 50 del siglo pasado, basándose en la experiencia adquirida al precio de la sangre derramada en la primera gran batalla del proletariado francés contra la burguesía, en 1848 y Marx y Engels lo consideraban un imperativo del programa revolucionario del proletariado, en el momento en que la insurrección y la guerra civil se habían convertido en tareas políticas inmediatas de la revolución en algunos países capitalistas desarrollados de la Europa Occidental.
La historia de los países de Europa a fines del siglo XVIII y mediados del siglo XIX es la historia de las revoluciones democrático – burguesas. En aquel contexto, el proletariado todavía debía aliarse al partido democrático burgués para oponerse a los gobiernos feudales y reaccionarios burgueses en general: no se podía evitar que el resultado victorioso de la revolución llevara provisionalmente ese partido al poder. En esta situación Marx y Engels consideraban el armamento del proletariado como una condición sine quanon, no solo para destruir el aparato del Estado de la clase feudal y de la burguesía reaccionaria y asegurar la victoria de la insurrección, sino también para neutralizar más tarde la inevitable duplicidad del partido democrático burgués, que traicionara a los obreros después de llegar al poder. Era, además, una condición indispensable para garantizar y reforzar la posición independiente de la clase obrera en materia política, para defender los resultados de su lucha y crear las condiciones para la realización de la revolución proletaria, poniendo fin a la dominación de la burguesía mediante la utilización de su propio poder.
Marx y Engels tenían la convicción de que, una vez armado, el proletariado dispondría de un poder inconmensurable: lo había comprobado en la revolución de 1848 en París. Marx escribe: “es sabido cómo los obreros, con una valentía y una genialidad sin ejemplo, sin jefes, sin un plan común, sin medios, carentes de armas en su mayor parte, tuvieron en jaque durante cinco días al ejército, a la guardia móvil, a la guardia nacional de París y a la que acudió en tropel de las provincias”.
En cuanto a Engels hizo este elogio: “si cuarenta mil obreros parisienses fueron capaces de oponerse tan vigorosamente a una fuerza cuatro veces más fuerte, ¡cuán grande sería el éxito que se lograría si todos los obreros de París actuasen con disciplina y unidos como un solo hombre!”.
En 1871, Marx y Engels desarrollaron esta idea sobre la base de una aguda recapitulación de las enseñanzas de la Comuna de París, y enunciaron el principio de que la preocupación de cualquier revolución victoriosa debe ser la de destruir el antiguo ejército, disolverlo y sustituirlo por uno nuevo; es decir, sustituir el ejército permanente por el pueblo en armas. Marx escribe: “París, sede central del viejo poder gubernamental y, al mismo tiempo, valuarte social de la clase obrera de Francia… pudo resistir… únicamente porque a consecuencia del asedio se había desecho del ejército, sustituyéndolo por una guardia nacional cuyo principal contingente lo formaban los obreros. Ahora se trata de convertir este hecho en una institución duradera”.
Marx y Engels demostraron que, en el régimen capitalista, el ejército permanente es el principal instrumento del aparato de dominación burguesa para llevar adelante la guerra contra los trabajadores. Destruir este ejército permanente significa privar al poder burgués de su instrumento temporal, eliminar el peligro de una resistencia y una contraofensiva de su parte. Al propio tiempo, apoyándose firmemente en las fuerzas de las masas revolucionarias, el proletariado debe edificar y desarrollar rápidamente su propia organización militar, armando a sus propias filas y a las masas revolucionarias, y considerándolas como la única fuerza armada capaz de defender las victorias de la insurrección y desarrollar la revolución. La Comuna de París legó al proletariado mundial esta enseñanza de alcance vital “el primer decreto de la Comuna fue para suprimir el ejército permanente y sustituirlo por el pueblo armado”. Marx y Engels apreciaron altamente esta enseñanza sobre la tarea de la clase obrera de destruir el aparato burocrático – militar del antiguo Estado y sustituirlo por una nueva forma de organización, la del Estado proletario, tarea que consideraban como una innovación de gran significado histórico, hasta el punto de que, el prefacio al manifiesto del Partido Comunista, redactado en 1872, la consideraron como enmienda de gran importancia al programa del manifiesto.
Engels había previsto, además, que el armamento del pueblo sería la forma de organización militar del Estado socialista.
Esta previsión se basaba, en primer lugar, en el principio de Marx y Engels según el cual la victoria del socialismo no podía producirse simultáneamente en la totalidad o en la mayoría de los países capitalistas desarrollados. Más aún el régimen socialista, por su naturaleza no es agresivo de modo que no tiene necesidad de un ejército permanente. En cuanto a la defensa de la seguridad interna el pueblo en armas podía hacerse cargo de ella. Engels se apoyaba además en el análisis de la situación de los ejércitos de los distintos países y de la situación del arte y la técnica militares en la segunda mitad del siglo XIX. Francia, Alemania y Rusia eran entonces los únicos países capitalistas desarrollados que contaban con un importante aparato militar; los demás, incluyendo a Gran Bretaña y Estados Unidos, todavía no poseían importantes fuerzas militares. Además, una vez que la revolución proletaria hubiese triunfado en todos o en la mayoría de los países capitalistas desarrollados, las fuerzas militares de las demás naciones capitalistas dejarían de ser potentes. En esta situación, y basándose en la experiencia de la Comuna de París, Engels opinaba que en el régimen socialista, y en virtud de su superioridad, el pueblo, una vez armado, organizado y entrenado militarmente, sería capaz de derrotar al ejército agresor en sus guerras de autodefensa para preservar el Estado socialista.
Después de este análisis, Marx y Engels llegan a la conclusión de que, en el curso de la revolución socialista, el ejército permanente de la burguesía debe ser sustituido por el pueblo en armas.
Marx y Engels estudiaron el problema del armamento de las masas, no solo en la insurrección armada del proletariado y la organización militar del Estado socialista, sino también en las guerras nacionales. Al analizar las guerras, distinguían las guerras justas de la agresión y se colocaban siempre del lado de las guerras justas, de las guerras de liberación, de las guerras de autodefensa de los pueblos oprimidos y agredidos. Engels siguió y estudió con suma atención todas las guerras contemporáneas, sacó de ellas enseñanzas y se esforzó por indicar a los pueblos oprimidos el camino a seguir en la guerra popular para destruir el ejército profesional de los agresores. En muchos de sus estudios sobre la historia de la guerra, Engels habló ampliamente del papel y de la eficacia considerable de las masas armadas en las guerras justas, en las guerras de autodefensa. Esta idea de Engels estaba estrechamente ligada al nuevo método de guerra popular preconizado por él. “un pueblo que quiera conquistar su independencia no debe ceñirse a los métodos ordinarios de guerra. Las insurrecciones de masaslas guerras revolucionarias, los destacamentos guerrilleros por todas partes: he ahí el único método de combate gracias al cual una nación pequeña puede vencer a una más grande, un ejército pequeño puede enfrentarse a un ejército más poderoso y mejor organizado”.
Las grandes masas populares armadas son precisamente las fuerzas básicas para aplicar este tipo de guerra.
Engels alabó entusiásticamente las resistencias francesas de (1793), española (1807-1812), la Rusia contra Napoleón (1812), la de Hungría contra Austria (1849), etc., en las cuales se había aplicado el método de guerra del pueblo, coordinando las operaciones del ejército permanente con las actividades militares de las masas armadas, lo que permitió desarrollar la considerable fuerza del pueblo y del país con el fin de poner en jaque a los ejércitos de agresión más fuertes.
Al analizar la derrota de los piamonteses en el norte de Italia, en su guerra de autodefensa contra las tropas austriacas Engels dijo: “de inicio, fue un enorme error que los piamonteses enfrentasen un simple ejército regular a los austriacos; que con él quisiesen llevar a cabo una guerra honesta, burguesa, corriente”. Engels señaló que la derrota de los piamonteses en Novara “no hubiese tenido la menor importancia si a la batalla perdida hubiese seguido inmediatamente la verdadera guerra revolucionaria, si el resto del ejército italiano se hubiese incorporado inmediatamente como núcleo del levantamiento nacional de masas, si la honesta guerra estratégica del ejército se hubieses transformado en una guerra popular, como lo hicieron los franceses en 1793”, si el gobierno de Turín tenía el coraje de adoptar medidas revolucionarias y se atrevía a lanzar al pueblo en una guerra revolucionaria. Engels llegó a la conclusión de que la pérdida de la independencia de Italia se debió a la cobardía del gobierno real y no a la invencibilidad de las tropas austriacas.
Una conclusión semejante sacó al comentar la guerra franco – prusiana de 1871. Según él, Francia hubiera sido perfectamente capaz de invertir la situación aún después de que las tropas alemanas habían ocupado la sexta parte de su territorio y sitiado de las plazas fuertes de Metz y París. Engels demostró que, en el momento en que la casi totalidad de las fuerzas alemanas estaban empeñadas en las regiones ocupadas, Francia en los 5/6 restantes de su territorio, estaba todavía en condiciones de reunir suficientes unidades armadas para hostigar al enemigo, cortarle sus vías de comunicación, destruir sus bases logísticas y atacar sus destacamentos aislados, obligándolo así a dispersar sus fuerzas y a retirar una parte de sus tropas de las fortalezas para hacer frente a la situación, de modo que Bazaine pudiera huir de Metz y que el sitio de París se convirtiera simplemente en un “fantasma”.
Engels cita también el alzamiento de las masas armadas, de las unidades no permanentes y de los destacamentos armados de Asia que, con sus multiformes métodos de guerra popular, eran temibles adversarios de los ejércitos agresores de tipo europeo. Escribe: “en masa y a sangre fría [los chinos] envenenan el pan de la colonia europea de Hong Kong… hasta los culís que emigran a tierras lejanas se sublevan, como por acuerdo, a bordo de cualquier barco de emigrantes; luchan por apoderarse de él y prefieren hundirse con la nave, o sucumbir entre las llamas, a entregarse. Incluso fuera de China, los residentes chinos, hasta ahora los más sumisos y humillados súbditos, conspiran y realizan sorpresivos levantamientos nocturnos…” y seguidamente pregunta: “¿Qué puede hacer un ejército regular para enfrentarse a un pueblo que libra una guerra con estos multifacéticos métodos?” veamos así claramente que el punto de vista inicial de los fundadores del comunismo científico sobre la organización militar del proletariado y las masas oprimidas, es el armamento de la clase obrera, el armamento del pueblo, el armamento de las masas revolucionarias. Marx y Engels sentaron las bases teóricas de este problema en la insurrección por la conquista de la dictadura del proletariado, en la guerra por la defensa del estado socialista, y también en la guerra de liberación, en la guerra de autodefensa de los pueblos oprimidos en los países agredidos, bajo el régimen político burgués.
Es este un punto de vista fundamental, un maravilloso logro de Marx y Engels en la aplicación de la concepción materialista de la historia, de los puntos de vista de clase, de masa y de la concepción de la violencia revolucionaria en la edificación de la organización militar del proletariado y de las masas oprimidas. Es un modelo típico de apreciación acertada del papel decisivo de las masaspopulares en la insurrección armada y en la guerra revolucionaria. El gran valor de esta tesis consiste en mostrar, por primera vez en el mundo, al proletariado y a los pueblos oprimidos, la orientación y el camino correcto para crear su propia organización militar, una organización militar de un tipo totalmente nuevo, surgido del proletariado y del pueblo trabajador, que combate para el pueblo y la clase. Si sabe apoyarse sólidamente en las masas revolucionarias –los obreros, los campesinos-, para edificar y desarrollar su organización militar y si sigue una línea revolucionaria correcta, el partido revolucionario puede crear unas invencibles fuerzas armadas revolucionarias.
Este punto de vista se ha convertido en el fundamento teórico de la edificación de las fuerzas armadas en la doctrina militar del marxismo leninismo. Es un arma sumamente poderosa del proletariado y de todos los pueblos oprimidos en el mundo: les da alas en la lucha revolucionaria para derrocar al viejo mundo y crear el mundo nuevo.
2. LAS TESIS LENINISTAS
Los marxistas rusos, guiados por el gran Lenin, aplicaron esta tesis de Marx y Engels en las nuevas condiciones históricas, las de las revoluciones socialistas y democrático – burguesas en la etapa imperialista.
En la nueva situación del capitalismo llegado ya a la etapa imperialista, Lenin formuló su nueva y célebre tesis: el socialismo no podrá triunfar simultáneamente en todos los países, sino primero en uno o en un cierto número de ellos.
Al propio tiempo, apoyándose en la nueva teoría sobre la dirección del proletariado en la revolución democrático – burguesa y sobre el paso de esta última a la revolución proletaria, Lenin y el partido bolchevique ruso elaboraron el programa militar de la revolución democrático burguesa y de la revolución socialista en Rusia; Lenin; destacó la necesidad de edificar la organización militar del proletariado en las nuevas condiciones históricas: “el armamento de la burguesía contra el proletariado es uno de los hechos más considerables, fundamentales e importantes de la sociedad capitalista moderna… nuestra consigna tiene que ser: armar al proletariado para derrotar, expropiar y desarmar a la burguesía. Esta es la única táctica posible de una clase revolucionaria, táctica que resulta de todo el desarrollo objetivo del militarismo capitalista y que es prescrita por este desarrollo”.
Desde los primeros años del siglo XX durante todo el proceso de dirección de la revolución de 1905 y de la gran revolución de octubre, Lenin y el partido comunista ruso aplicaron los principios de Marx y Engels y formularon la necesidad de sustituir el ejército permanente por el pueblo en armas, por las fuerzas de la milicia. Esta es una de las tareas fundamentales del programa de la revolución democrático – burguesa así como de la revolución socialista.
Lenin demostró que, en Rusia, al igual que en muchos otros países el ejército permanente (burgués) no estaba destinado esencialmente a combatir al enemigo extranjero, sino a reprimir al pueblo trabajador y a llevar a cabo la guerra de agresión para someter a otros pueblos. Afirmaba: “en todas partes el ejército regular se ha convertido en instrumento de la reacción, en sirviente del capital en su lucha contra el trabajo, en verdugo de la libertad popular”. Este ejército ya no puede en modo alguno ser el apoyo del pueblo. Para la revolución, suprimirlo es una condición de su victoria, el medio para evitar cualquier intento de restauración por parte de las fuerzas reaccionarias, y para reducir los enormes gastos necesarios para mantener el ejército. Hay que sustituir ese ejército por el armamento del pueblo, esencialmente de los obreros y campesinos pobres. En las condiciones históricas de aquel momento, Lenin afirmó: “ninguna fuerza en el mundo se atreverá a atentar contra la libre Rusia, si sirve de valuarte de esa libertad el pueblo armado, que ha liquidado a la casta militar, que ha hecho de todos los soldados ciudadanos y de todos los ciudadanos capaces de llevar un arma, soldados… la ciencia militar ha demostrado que es completamente realizable la milicia popular, la cual puede colocarse a la altura delas tareas militares no solo en una guerra defensiva, sino también en una guerra ofensiva.
Bajo la dirección de Lenin, durante el período anterior a la revolución de octubre, el partido comunista y la clase obrera de Rusia se habían preocupado por cumplir esta consigna, junto con la edificación del ejército político de la revolución. Intensificaron la agitación entre los soldados y el trabajo de organización del partido en el ejército zarista, con el fin de disgregar las unidades y lograr que se aliaran a la revolución; atribuyeron mucha importancia a la instrucción militar en el partido; difundieron activamente los conocimientos militares e impartieron instrucción militar a las masas; armaron a los obreros y a las masas revolucionarias; establecieron y reforzaron la dirección del partido comunista en todas las organizaciones militares; organizaron brigadas de milicia obrera, destacamentos de combate que servían como núcleos de las fuerzas armadas revolucionarias; edificaron una fuerza armada revolucionaria en la cual los obreros y los campesinos se aliaran a los soldados revolucionarios, una fuerza armada revolucionaria formada por estos tres componentes: a) el proletariado y los campesinos armados; b) los destacamentos organizados de vanguardia, formados por representantes de estas clases; c) la unidades del ejército aliadas voluntariamente al pueblo. De este modo, la revolución pudo edificar unas fuerzas armadas que comprendían fundamentalmente a las grandes masas obreras y campesinas armadas, que combatían bajo la dirección del partido comunista y servían como fuerza de choque en la irrupción revolucionaria de las masas. Fue esta la fuerza que desempeñó un papel determinante en la victoria de la revolución de febrero, y luego de la revolución de octubre.
El triunfo de la revolución rusa de octubre dio vida al primer estado socialista del mundo, rodeado por el cerco hostil del imperialismo. Este triunfo abre una nueva era en la historia de la humanidad, y sacudió a todo el mundo capitalista. Como Lenin había previsto, el imperialismo estaba decidido a sofocar al Estado proletario desde su nacimiento. El peligro de una agresión asignó directamente al Estado soviético la tarea evidente de armarse para defender a la patria socialista contra el imperialismo agresor, y de reexaminar la forma de su organización militar.
El gran mérito de Lenin consiste en que no solamente confirmó el principio de Marx y Engels sobre el armamento del pueblo, sino que también desarrolló la idea de ellos, planteando el principio de la necesidad de edificar un ejército permanente y regular del estado soviético sobre la base del armamento del pueblo, un ejército de un tipo nuevo, de la clase obrera y del pueblo trabajador.
Lenin señaló que, frente al grave peligro de agresión, si la república soviética no quería ser presa fácil del imperialismo, debía disponer de un poderoso ejército permanente y regular, bien equipado y bien entrenado, dotado de una disciplina rigurosa y recta, de un mando centralizado y unificado. Lenin demostró que, en aquella situación, en que las potencias capitalistas disponían de importantes ejércitos, bien entrenados y equipados con medios modernos; en que las fuerzas armadas del estado soviético se veían dotadas de un armamento cada día más moderno, y por consiguiente sus hombres necesitaban ser entrenados para poder manejar con seguridad sus armas y materiales según las reglas del arte militar moderno; en que los imperialistas podían desencadenar en cualquier momento ataques imprevistos; en esa situación, las fuerzas armadas del Estado soviético no podían mantenerse como milicia sino que debían convertirse en un ejército permanente y regular. Lenin afirmó: “en nuestros días, el ejército regular debe ser colocado en primera fila”. Se trata de un ejército regular cualitativamente diferente al de la burguesía. Es un ejército de tipo nuevo, el ejército del pueblo, el ejército revolucionario, el ejército socialista.
Teniendo en cuenta las exigencias de la guerra moderna, el ejército permanente es netamente superior a la milicia en varios aspectos: por no estar ligado a una región, está dotado de una gran movilidad; posee armas y medios técnicos modernos; está concentrado para un largo entrenamiento completo, en forma metódica y correspondiente a las exigencias de la técnica y del arte militar que evolucionan incesantemente; está provisto de un contingente de cuadros profesionales cuidadosamente formados y que han acumulado una rica experiencia; por todas estas razones, su poder combativo es muy grande y está siempre en condiciones de dar batalla, etc.
Frente a un problema totalmente nuevo y a múltiples dificultades de todo tipo, confiando en el apoyo y el poder creador del pueblo, Lenin y el partido comunista de la Unión Soviética resolvieron gradualmente con éxito tanto la disolución del antiguo ejército como una serie de problemas de principio concernientes a la edificación de un ejército regular de nuevo tipo del Estado proletario: el ejército rojo de los obreros y campesinos. Lenin definió el papel y las tareas del ejército rojo; precisó la naturaleza revolucionaria y popular del ejército del Estado proletario; fijó el sistema de organización del partido y del trabajo político; estableció la dirección del partido comunista con respecto al ejército, la orientación y la política de formación y perfeccionamiento de los cuadros, los principios organizativos, de dotación, educación e instrucción del ejército soviético, el arte militar soviético, etc., así como otros aspectos de la vida del ejército rojo.
En el proceso de edificación de éste último, Lenin tuvo que luchar con energía y constancia contra tendencias erróneas. Frustró las maniobras de los mencheviques, los social revolucionarios y los elementos anarquistas que, con el pretexto de defender el “armamento del pueblo”, se oponían en realidad tenazmente a la orientación del partido de edificar el ejército rojo. En el octavo congreso del partido, Lenin y sus compañeros combatieron al “grupo de críticos militares” del partido que se oponía al establecimiento de una mayor disciplina y al mando centralizado y unificado…, es decir, en resumen, a los principios de la educación regular del ejército rojo.
Después de la guerra civil, el problema de la forma de organización militar del Estado soviético volvió a ser colocado sobre el tapete. El partido comunista, con Lenin a la cabeza, rechazó en forma categórica la tendencia troskista a disolver el ejército rojo y convertirlo totalmente al sistema de milicias.
La práctica revolucionaria confirmó que esta tesis leninista era clarividente y muy correcta. La victoria obtenida por el estado soviético sobre la intervención armada del cartel de los imperialismos que, en conclusión con los contrarrevolucionarios del país, querían ahogarlos desde su nacimiento, así como la gran victoria de la Unión Soviética en su gran guerra patria de 1941 – 1945 sobre el fascismo alemán y el militarismo japonés, están indisolublemente ligadas a esta justa tesis de Lenin. Como es de todos sabido, en la segunda guerra mundial el ejército rojo de la URSS –el poderoso ejército del primer estado soviético en el mundo- desempeñó un papel determinante en la obtención de la victoria sobre los ejército agresores del fascismo alemán y el militarismo japonés –que contaba con una decena de millones de hombres y estaban equipados con medios ultramodernos barriendo a los agresores de la patria socialista y contribuyendo directamente a la liberación de nuestros países, de Europa y Asia; el ejército rojo persiguió a los nazis hasta su propia madriguera, para aniquilarlos, y salvó así a la humanidad del peligro fascista.
El ejército rojo dio pruebas no solo de su absoluta supremacía política y moral, sino también durante la guerra, de su superioridad con respecto al enemigo, en cuanto al número y a la calidad de sus tropas, a la calidad y cantidad de sus armas y medios modernos, a la técnica de combate y al arte del mando. Gracias a este enorme potencial, el ejército rojo pudo desencadenar contraofensivas de gran envergadura, aniquilar en una sola campaña a decenas de divisiones enemigas, romper sus líneas de defensa y liberar numerosas y bastas regiones, creando virajes decisivos en la guerra y llevándolo finalmente a la gran victoria.
La tesis leninista sobre la edificación del ejército rojo regular soviético constituye una nueva etapa de la tesis de Marx y Engels sobre la organización militar del estado socialista en las nuevas condiciones históricas, en las condiciones históricas del estado socialista que se encuentra en medio del cerco hostil del mundo capitalista. El gran valor de esta tesis reside en haber demostrado al proletariado que en la época imperialista, cuando el imperialismo, con su naturaleza extremadamente belicista, tiene en sus manos ejércitos de agresión colosales, dotados de equipos ultramodernos, el estado socialista debe necesariamente disponer de un ejército permanente poderoso, para su propia seguridad, y no contar solo con el pueblo en armas. El proletariado en el poder, apoyándose en la superioridad del nuevo régimen social y en la base material y técnica en constante desarrollo del socialismo, está perfectamente en condiciones de utilizar su aparato estatal para edificar con rapidez un ejército de este tipo, un ejército regular moderno, de un tipo nuevo, que sirva de pilar a la defensa del estado socialista.
Se plantea aquí un nuevo problema: una vez que el estado socialista haya edificado este ejército regular, permanente, poderoso, ¿Cómo se delineará el problema del armamento del pueblo?
Lenin opinaba que se debía edificar el ejército rojo socialista sobre la base de un armamento general del pueblo. En el tercer congreso de los soviets de diputados obreros, soldados y campesinos de Rusia, Lenin narró la anécdota de la vieja mujer Finlandesa que se había encontrado con un combatiente del ejército rojo mientras recogía leña: el soldado no solamente no le había robado su leña, como solían hacer los soldados del zar, sino que incluso la había ayudado a recogerla. Lenin hizo observar, con esta anécdota, que las masas populares ya tenían una opinión distinta acerca del soldado, del combatiente del ejército rojo. Afirmó: “sabemos que entre las masas populares se alza ahora otra voz; las masas se dicen: ahora no hay que temer al hombre armado de fusil, pues defiende a los trabajadores y será implacable en el aplastamiento de la dominación de los explotadores”. Era verdaderamente un ejército revolucionario, un ejército del pueblo. Lenin abordó luego las relaciones entre el ejército rojo y el pueblo en armas: “eso es lo que ha sentido el pueblo y por eso es invencible la agitación que realizan gentes sencillas, sin instrucción, al decir que los guardias rojos dirigen toda su fuerza contra los explotadores. Esta agitación llegará a millones y decenas de millones de seres y creará firmemente lo que la comuna francesa del siglo XIX empezó a crear, pero creó solo durante un breve período porque fue aplastada por la burguesía; creará el ejército rojo socialista al que han tendido todos los socialistas, el armamento general del pueblo.
En el octavo congreso del partido bolchevique Lenin subrayó la necesidad de concentrar los esfuerzos en la edificación del ejército rojo, y en esa misma oportunidad demostró que el partido continuaba manteniendo el sistema de las milicias. Además, el programa del congreso fijó la tarea de impartir instrucción militar a todo el pueblo trabajador y establecer relaciones estrechas entre las tropas ya reorganizadas y las empresas estatales, los sindicatos, las organizaciones de campesinos pobres, etc. En la unión soviética inmediatamente después de la victoria de la revolución de octubre, las fuerzas armadas de las masas revolucionarias, los destacamentos de guardias rojos, los guerrilleros obreros y campesinos pobres, desempeñaron un papel muy importante en el aplastamiento de las rebeliones contrarrevolucionarias. Al comienzo de la creación del ejército rojo de obreros y campesinos, las formaciones de la “guardia roja” constituían precisamente su esqueleto.
Antes de que el ejército rojo se convirtiera en una fuerza de millones de hombres, en numerosas regiones del país las formaciones guerrilleras habían constituido una de las fuerzas fundamentales de combate del pueblo contra los intervencionistas extranjeros y la guardia blanca. Durante la guerra civil, cientos de miles de guerrilleros combatieron en la retaguardia enemiga, coordinando estrechamente sus acciones con las del ejército rojo. Numerosas unidades y agrupaciones regulares de este último se formaron, en el momento de la guerra civil, a partir de unidades guerrilleras.
Después del fin victorioso de la guerra civil, paralelamente con la reducción de los efectivos y la elevación de la calidad del Ejército Rojo, el sistema de milicias fue mantenido durante muchos años, en formas adecuadas a las realidades de cada período.
Durante la gran guerra patria de 1941 – 1945, bajo la dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética y con Stalin a la cabeza, las formaciones de guerrilleros, de milicianos, de obreros, combatientes…, en coordinación con el ejército rojo, desempeñaron un papel muy importante en la derrota del fascismo alemán en el suelo de su patria.
En las regiones provisionalmente ocupadas por las tropas alemanas, un millón de guerrilleros, organizados durante la guerra por el Partido Comunista, combatieron valientemente aniquilando a millones de enemigos y manteniendo ocupada a la décima parte de las fuerzas terrestres del fascismo alemán. Incluso en los frentes principales, el pueblo en armas combatió junto al ejército rojo, disputando encarnizadamente al enemigo cada pulgada de tierra de la patria soviética. Durante numerosas e importantes campañas, decenas de divisiones de la milicia popular de concierto con la población, coordinaron sus actividades con las del ejército rojo, realizando hazañas inolvidables.
La estrecha alianza en el combate, entre el ejército permanente del estado soviético y el pueblo en armas, en la Gran Guerra Patria, en la que el ejército rojo de la unión soviética desempeñó el papel principal, es una muestra tangible de la guerra del pueblo en las condiciones modernas.
El pueblo soviético y los combatientes del ejército rojo están muy orgullosos del prodigioso poder de la santa guerra del pueblo contra el fascismo alemán durante los años de 1941 – 1945. Este orgullo se traduce en estas palabras de una canción muy familiar a todos los soviéticos: guerra del pueblo, guerra santa.
Fue la victoria de la ciencia militar soviética, la victoria de la línea marxista leninista de guerra del pueblo; fue también la victoria de los principios de edificación y organización militar de Marx, Engels y Lenin, aplicados por el PCUS a las nuevas condiciones.
Durante y después de la segunda guerra mundial, el movimiento revolucionario de los pueblos adquirió un impulso vigoroso; en muchas partes de Europa y Asia estallaron numerosas insurrecciones y guerras revolucionarias. La gran victoria obtenida por el ejército rojo de la Unión Soviética sobre el fascismo, y la victoria de las luchas revolucionarias de los pueblos del mundo dieron vida a una serie de países socialistas, que a integraron un sistema mundial. La lucha de los pueblos del mundo por el socialismo, la independencia nacional, la democracia y la paz, creó un empuje revolucionario que lanzaba ataque tras ataque contra el imperialismo.
Fue en el fuego de las insurrecciones armadas y las guerras revolucionarias, después de la revolución de octubre y durante y después de la segunda guerra mundial, cuando vieron la luz y maduraron rápidamente las fuerzas armadas revolucionarias de los pueblos de los países socialistas de Europa, Asia y América Latina. De acuerdo con las condiciones y circunstancias históricas específicas las fuerzas armadas revolucionarias de los países socialistas experimentaron diversos procesos y alcanzaron distintos niveles de desarrollo y diferentes sistemas de organización… pero, en su mayoría, surgieron del movimiento guerrillero contra los reaccionarios del país, contra los agresores fascistas que se constituyeron en ejércitos regulares, siempre englobando las organizaciones armadas de las masas en sus múltiples formas.
En Asia, en el transcurso de la larga y dura lucha armada revolucionaria contra los enemigos imperialistas, feudales y burgueses burocráticos, el pueblo chino organizó el ejército rojo de los obreros y Campesinos, realizó “la movilización y el armamento de todo el pueblo”, y obtuvo una gran victoria. Nuestro pueblo llevó a cabo victoriosamente la insurrección armada y la guerra revolucionaria; nuestras fuerzas armadas constituyen uno de los modelos logrados de la aplicación creadora de las tesis marxistas – leninistas sobre el armamento de las masas y la edificación del ejército; analizaremos todo esto en las partes que siguen.
A través de distintas formas de lucha, numerosos países colonizados y dependientes conquistaron su independencia en diferentes grados. Muchos de ellos conquistaron su independencia nacional a través de la lucha armada y se han convertido en estados nacionales en el transcurso de su lucha armada, así como después de la victoria, algunos de ellos, que combaten activamente al imperialismo y al colonialismo, se dedicaron a edificar sus fuerzas armadas organizando el ejército del poder del estado nacional y al propio tiempo, realizando también el armamento del pueblo a cierto nivel.
Hoy los pueblos de nuestros países de Asia, África y América Latina, que llevan a cabo la lucha armada para conquistar el poder y la independencia nacional, aplican también estas enseñanzas en la organización de las Fuerzas Armadas revolucionarias en sus propias condiciones concretas.
Asaltado por todas partes y sometido a repetidos fracasos, el imperialismo –con el imperialismo norteamericano a la cabeza- ha recurrido a políticas maquiavélicas y feroces para oponerse al movimiento revolucionario de los pueblos y mantener sus prerrogativas y privilegios. Los imperialistas aumentan su presupuesto de defensa nacional, se lanzan a la carrera armamentista, multiplican las armas de destrucción masiva, establecen en todas partes bases militares, lanzan sucesivas intervenciones armadas y guerras de agresión “especiales” y “locales”, y preparan una nueva guerra mundial.
Para defender la patria socialista y la paz mundial, para hacer fracasar los designios y los ardides de guerra del imperialismo, los países del campo socialista se preocupan por aumentar sus capacidades de defensa nacional a la vez que impulsan su economía y desarrollan las ciencias y las técnicas. Apoyándose en la superioridad del régimen socialista, en los éxitos de la construcción de la base material y técnica del socialismo, del comunismo, los países socialistas se dan a la tarea de edificar sus fuerzas armadas revolucionarias en el sentido de su modernización en distintos grados, de acuerdo con las condiciones de cada uno de ellos. Los países socialistas no cesan de cultivar la naturaleza revolucionaria del ejército socialista y de preocuparse por dotarlo de armas y medios cada vez más modernos: armas convencionales, cohetes, armas nucleares.
A la vez que edifican el ejército moderno, los países socialistas se preocupan por armar ampliamente a las masas: obreros, campesinos, colectivistas, con formas de organización y equipos adecuados para desarrollar al máximo la potencia de las masas populares, del régimen socialista, en la consolidación de la defensa nacional.
¿Qué conclusiones podemos sacar de este fundamento teórico y de esta práctica?
El armamento de las masas revolucionarias combinado con la edificación del ejército revolucionario, es el principio más completo del ejército revolucionario, es el principio más completo del marxismo leninismo en lo que concierne a las formas de organización militar de la defensa nacional de los países socialistas, de la guerra de liberación, de la guerra patria de autodefensa y de la guerra revolucionaria de los pueblos en la época actual. Este principio resulta de la evolución de la tesis de Marx y Engels acerca del armamento del pueblo, hasta la tesis de Lenin sobre la edificación del ejército revolucionario sobre la base del armamento del pueblo.
Marx, Engels y Lenin resumieron en forma genial las lecciones sobre la edificación de la organización militar del proletariado y de los pueblos oprimidos en el transcurso de su larga lucha revolucionaria por la conquista y la defensa del poder. Se trata también, en cierta medida de la herencia y el desarrollo creador de las enseñanzas sobre la organización de las fuerzas armadas de las clases revolucionarias, de los pueblos oprimidos y agredidos de las épocas históricas anteriores al marxismo.
Al comienzo, al alzarse con las manos vacías para llevar a cabo una revolución con el fin de derrocar la dominación burguesa, imperialista y feudal, el proletariado, los pueblos trabajadores y las naciones oprimidas no pueden, naturalmente, poseer un ejército. Pero a lo largo del proceso revolucionario, una vez que el problema de la lucha armada, de la insurrección armada, está planteado, el proletariado, los pueblos trabajadores y las naciones oprimidas deben necesariamente poseer su organización militar. En general, su forma inicial es el armamento de las masas y a partir de esta base se constituirá progresivamente el ejército revolucionario. En las insurrecciones, las masas armadas desempeñan en general el papel principal; también sucede que el ejército revolucionario asuma el papel de fuerza de choque. Y cuando la insurrección debiene en guerra revolucionaria, el papel del ejército se vuelve mucho más importante; las fuerzas armadas revolucionarias comprenderán entonces el ejército y las masas armadas.
El problema de la edificación de un ejército revolucionario permanente y regular propiamente dicho solo podrá plantearse cuando el proletariado y el pueblo trabajador hayan conquistado el poder e instituido un estado proletario. La forma de organización militar del Estado socialista, del estado de democracia popular, susceptible de desarrollar al máximo la fuerza combativa del pueblo, del nuevo régimen, consiste en conjugar la edificación de un ejército revolucionario regular y moderno con un amplio e intenso aumento de las masas revolucionarias. Las masas armadas y el ejército revolucionario son los dos componentes de las fuerzas armadas del estado; el ejército permanente constituye el esqueleto y las masas armadas las fuerzas ampliamente extendidas. De modo que es preciso edificar el ejército y multiplicar, a la vez, los efectivos de las masas armadas.
La estrecha alianza de estos dos componentes en las fuerzas armadas del estado socialista constituye una superioridad absoluta del régimen socialista con respecto a los regímenes de explotación.
En los regímenes donde dominan las clases explotadoras, a causa del antagonismo entre los intereses de la clase dominante y los de las masas laboriosas, existe una oposición fundamental entre las masas populares, de una parte, y el estado con su ejército permanente, de la otra. El estado explotador ve en el pueblo revolucionario armado un peligro para sí. En general, los gobiernos reaccionarios prefieren perder el país antes que armar al pueblo. Como observó Engels, prefieren un compromiso con sus enemigos más crueles pero de su misma extracción, que una alianza con el pueblo. Desde luego, han ocurrido casos en que la clase feudal y la burguesía, cuando todavía desempeñaban un papel históricamente progresista y conservaban una conciencia nacional, armaron a las masas para que combatieran contra las tropas de agresión junto con el ejército permanente. Pero incluso en estos casos el armamento de las masas era limitado.
En el régimen socialista la situación es totalmente distinta. Las clases explotadoras han sido derrocadas, el régimen de explotación del hombre por el hombre ha sido abolido, se ha instaurado la propiedad del pueblo y la propiedad colectiva, se ha establecido el derecho del pueblo trabajador a ser dueño colectivo. La tarea que corresponde a las fuerzas armadas socialistas –instrumento de violencia principal del estado de dictadura del proletariado- es la de reprimir y combatir a los enemigos internos y externos, y defender el nuevo régimen y los intereses del pueblo trabajador. Esta alta unidad político moral en la sociedad nueva y las fuerzas materiales y técnicas crecientes del socialismo, son las bases más sólidas para edificar las fuerzas armadas revolucionarias modernas, de nuevo tipo, para desarrollar la fuerza combativa global del ejército revolucionario y de las masas armadas. Las fuerzas armadas del estado socialista, son las primeras en la historia que engloban a los obreros y los campesinos convertidos verdaderamente en los amos de su destino dotados de una conciencia política elevada, dispuestos a sacrificarlo todo por los ideales socialistas y comunistas. Estas son unas fuerzas armadas invencibles.

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