Nuestra Posición Politica

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jueves, 10 de mayo de 2012

Cuarta Parte Republica Popular Socialista de Vietnam, Armar a las Masas Revolucionarias y Construir el Ejercito Popular Nguyen Vo Giap


CUARTA  PARTE









ARMAR A LAS MASAS

REVOLUCIONARIAS,

CONSTRUIR 

EL EJERCITO POPULAR

NGUYEN  VO GIAP











ARMAR EN TODAS PARTES



Y SÓLIDAMENTE 


LAS  MASAS REVOLUCIONARIAS, 


EDIFICAR UN EJÉRCITO


DEL PUEBLO REGULAR Y MODERNO

La resistencia norteamericana de nuestro pueblo en las dos zonas ha obtenido importantes victorias y ha entrado en una fase decisiva.
En Vietnam del sur, pese a sus graves fracasos militares y políticos en el transcurso de los últimos años, la administración Nixon se obstina en proseguir su estrategia de “vietnamización de la guerra”.
Paralelamente a la retirada de la mayor parte de las unidades combatientes norteamericanas, la administración Nixon refuerza febrilmente a las tropas saigonesas, para ponerlas en condiciones de relevar a los soldados yanquis en Vietnam del Sur y en una parte del teatro de guerra indochino, con el apoyo y bajo el mando de los norteamericanos. Estos activan la aplicación del “programa de pacificación”, reclutan, reagrupan a los habitantes, implantan una cerrada red de cuarteles, transforman a Vietnam del sur en un inmenso campo de concentración, con el fin de controlar estrechamente a la población, sabotear las bases revolucionarias, saquear los bienes y reclutar a los hombre para alimentar su guerra de agresión neocolonialista. Los yanquis se esfuerzan por mantener en el gobierno a la junta fascista de Nguyen Van Thieu y reprimen abiertamente y sin piedad cualquier tendencia o aspiración a la paz, la independencia, la neutralidad, la concordia nacional, las libertades democráticas y el mejoramiento de las condiciones de las capas populares.
En el norte, los yanquis se obstinan en sus acciones de guerra, lanzan sin cesar misiones de reconocimiento y bombardeo sobre regiones muy pobladas y acumulan nuevos crímenes en perjuicio de nuestros compatriotas. Nixón y Laird han llegado incluso a amenazar con reanudar la guerra de destrucción aeronaval, para tratar de impedir nuestro apoyo al frente nacional, de destruir el potencial económico y militar del norte socialista, de quebrantar la voluntad combativa de nuestro pueblo.
En Laos, los norteamericanos intensifican la “guerra especial”, bombardean bárbaramente la zona liberada, activan la “loaización” de la guerra e introducen nuevas unidades tailandesas para salvar las tropas de Vientiane y a las fuerzas especiales de Vang Pao; de concierto con los mercenarios, desencadenan contraofensivas para prevenir la ofensiva de la revolución laociana.
En Cambodia, activan la “khmerización” de la guerra, tratan de reanimar la administración de Phnom y Penh, refuerzan sus tropas, proceden a la “pacificación” y reagrupan a la población, y utilizan sus fuerzas mercenarias, en coordinación con la aviación de Estados Unidos, para desatar operaciones criminales contra la población. La administración Nixon, por otra parte, obliga al gobierno reaccionario de Vang Kok a introducir tropas tailandesas y lanzarlas contra el pueblo Khmer.
Es evidente que, en suposición de derrota los norteamericanos prosiguen sus intentos de agresión contra nuestro país y se obstinan en prolongar y extender la guerra, con el fin de mantener su yugo neocolonialista en el sur y desempeñar su papel de gendarme internacional en el sudeste asiático con el pretexto de la “división de las responsabilidades” preconizada por la “doctrina Nixon”. En realidad, se trata de hacer combatir a otros en lugar de los soldados yanquis, con armas y dólares norteamericanos, por los sórdidos intereses de los grupos capitalistas monopolistas norteamericanos. Por consiguiente, el enemigo sigue siendo el imperialismo yanqui, pero el adversario que nuestro pueblo y los demás pueblos indochinos tienen que enfrentar en el campo de batalla ya no es el mismo que antes. En el estadio actual de la estrategia de “vietnamización”, el ejército mercenario, organizado, equipado y entrenado por los norteamericanos, dotado en abundancia de modernas armas y material bélico yanqui, compuesto por diferentes fuerzas y armas modernas, apoyado por la acción coordinada de la aviación y de la marina yanqui, y sostén ido por el apoyo logístico yanqui, se convierte poco a poco en la fuerza estratégica esencial de la guerra de agresión, y en el adversario principal, en el campo de batalla, de los revolucionarios. Por otra parte, el imperialismo yanqui se esfuerza por aprovechar al máximo el poder la aviación y su marina para destruir sistemáticamente el norte de nuestro país.
En todo el país, nuestro pueblo está decidido a derrotar la guerra de agresión del imperialismo yanqui y sus lacayos.
Las fuerzas armadas populares de liberación del sur enfrentan la tarea de coordinar su acción con las fuerzas políticas de las masas, para disgregar y aniquilar al ejército saigones, “columna vertebral” de la estrategia de “vietnamización”, y, al propio tiempo, echar por tierra el “plan de pacificación, fuente de hombres y bienes para esa estrategia. Nuestras fuerzas armadas populares en el norte se ven obligadas a resistir los ataques de la aviación y la marina yanquis, y deben estar listas para hacer fracasar cualquier aventura militar yanqui, para salvaguardar eficazmente el norte socialista y contribuir a la lucha del gran frente. Nuestro pueblo se preocupa por coordinar estrechamente su acción con la de los pueblos hermanos de Laos y Cambodia, para echar por tierra la siguiente fórmula de la doctrina Nixon en los teatros de guerra indochinos: “las fuerzas militares reaccionarias de los títeres, más la aviación yanqui”.
Proseguir la revolución socialista y la edificación del socialismo en el norte, completar la revolución nacional democrático-popular en el sur, progresar hacia la reunificación pacífica del país: esta lucha de nuestro pueblo atravesará etapas difíciles y complejas, pero desembocará necesariamente en la victoria. Nuestra organización militar debe responder no solamente a las tareas urgentes inmediatas, sino también a todas las tareas en cualquier circunstancia, en el transcurso de la marcha adelante de la revolución, incluso después que el imperialismo yanqui y sus lacayos hayan sido vencidos. Las fuerzas armadas populares del norte deben estar en condiciones de defender el norte socialista, de rechazar cualquier acto de agresión o destrucción del imperialismo y sus lacayos, de servir eficazmente de instrumento a la dictadura del proletariado de asegurar la edificación del norte, que debe hacerse sólido y poderoso en todos los aspectos, para servir de base a la lucha por la reunificación del país. Las fuerzas armadas de liberación del sur deben tener fuerzas suficientes para defender las conquistas revolucionarias, salvaguardar la independencia y la neutralidad del sur, rechazar todas las maniobras de los imperialistas y de los reaccionarios, contribuir al progreso de la revolución y edificar un Vietnam pacífico, reunificado, democrático y próspero.
Como hemos visto anteriormente, a causa de su posición geográfica de estratégica importancia, Vietnam ha sido objeto de codicia por parte de muchos agresores. En el transcurso de las últimas décadas, tres imperialismos se han sucedido en el intento de someter a nuestro país.
Después que el imperialismo yanqui haya sido vencido, el imperialismo internacional no renunciará por eso a sus miras sobre Vietnam. Nuestro pueblo, muy apegado a su independencia y su libertad, desea también ardientemente la paz, para edificar el país y elevar su nivel de vida en todos los sentidos. Pero es preciso que mantengamos la guardia en alto. Debemos siempre ser fuertes en todos los aspectos: político, económico y militar; debemos combinar estrechamente la edificación económica con la consolidación de la defensa nacional; en cualquier circunstancia; debemos disponer de una poderosa defensa nacional, de fuerzas armadas considerables, compuestas de un fuerte ejército permanente y numerosas fuerzas armadas de masas, para defender el trabajo de construcción pacífica de nuestro pueblo, estar siempre en guardia para emprender victoriosamente una guerra patriótica contra cualquier invasor, y defender el poder del estado contra los saboteadores internos.
A largo plazo, después de la reunificación, nuestro país experimentará grandes cambios. Se convertirá, en las próximas décadas, en un país próspero, y con una industria y una agricultura moderna, una cultura y una ciencia avanzadas, con una población de 50 a 70 millones de seres. Poseemos la base necesaria para edificar una poderosa defensa nacional, para llevar a un nivel más alto la edificación de nuestro ejército popular y el armamento de las masas revolucionarias, y hacerlos tan poderosos que pueden asegurar la defensa del país y vencer a cualquier imperialismo agresor.
Todas las guerras por la defensa de nuestra patria, tanto ahora como en el futuro, son guerras justas, de autodefensa, desarrolladas en nuestro propio territorio. De modo que pueden desarrollar al máximo la fuerza de todo el pueblo, de todo el país, de toda la nación, para vencer al enemigo. Una eventual guerra patriótica se podría verificar en algunas condiciones y algunas circunstancias parecidas a lasactuales; por ejemplo, las condiciones geográficas, el hecho de combatir al grande con el pequeño… generalmente, el enemigo debe ser más poderoso que nosotros para atreverse a desatar la agresión. De modo que la correlación de fuerzas comprometidas podrá variar, pero el hecho de que tengamos que combatir al grande con el pequeño no cambiará. En cuanto a las condiciones geográficas, durante mucho tiempo seguirán siendo las mismas en sus rasgos generales, aunque la labor tenaz de nuestro pueblo no cese demodificarlas: un país pequeño, estrecho y alargado, ocupado en gran parte por selvas y montañas, atravesado por una red hidrográfica abundante, bordeado por algunos millares de kilómetros de costa, con un clima tropical…
Podemos, pues, llegar ala conclusión de que heredamos numerosas experiencias sobre la guerra patriótica de autodefensa, sobre la insurrección y la guerra de liberación, sobre la organización militar de ayer y de hoy, experiencias que podemos aplicar,desarrollándolas, a las condiciones y circunstancias nuevas, en la edificación de una defensa nacional por parte de todo el pueblo, en la edificación de unas fuerzas armadas populares para el norte socialista, para el sur independiente y neutral, así como para el futuro Vietnam reunificado. Esta guerra patriótica de autodefensa será una guerra del pueblo altamente desarrollada; nuestras fuerzas armadas populares habrán logrado inmensos progresos en todos los aspectos: importancia de los efectivos; nivel de desarrollo, en todos los campos, de los cuadros y combatientes; calidad del equipo y de la técnica, nivel de organización, métodos de combate, capacidad combativa.
Hoy, para cumplir su misión histórica de vencer totalmente al agresor norteamericano nuestro pueblo debe disponer de fuerzas políticas numerosas, y de fuerzas armadas importantes, y poderosas, reforzando nuestro poderío desde el punto de vista político, económico y de la defensa nacional. Es preciso no perder de vista la orientación del partido en materia de armamento de todo el pueblo: desarrollar vigorosamente y en todas partes las fuerzas armadas de masas; llevar adelante paralelamente la edificación intensificada del ejército del pueblo, dándole un poder sin precedentes; movilizar y poner en acción al máximo las fuerzas de nuestro pueblo en el frente militar, para lograr que el ejército, de concierto con todo el pueblo de cuenta del enemigo en cualquier circunstancia.
En el sur, aplicando el principio de llevar adelante la lucha militar conjuntamente con la lucha política, para hacer fracasar la “vietnamización de la guerra”, la población y las fuerzas armadas desarrollan con vigor y en todos los planos la posición ofensiva de la guerra revolucionaria combinando estrechamente la lucha armada con la lucha política. La ofensiva con la sublevación, los grandes combates con la guerrilla, el aniquilamiento de las fuerzas enemigas con la conquista y la extensión del poder popular en las tres zonas estratégicas; a la vez que combaten el pueblo y las fuerzas armadas desarrollan su fuerzas militar y política y extienden y consolidan activamente la zona liberada, para poder adquirir más fuerza a lo largo de los combates.
Como han indicado el gobierno revolucionario provisional y el alto mando de las fuerzas armadas de liberación del sur, el contenido fundamental del fortalecimiento de las fuerzas armadas revolucionarias en el sur en el momento actual consiste en desarrollar con vigor y en todas partes las fuerzas armadas de las masas, junto con la edificación de un ejército de liberación de un poder sin precedentes, y reforzar las tres categorías de tropas de las fuerzas armadas de liberación.
En los teatros de guerra, los títeres y sus amos norteamericanos se mantienen en una posición de defensiva estratégica, apoyándose en el brutal aparato de represión y coerción desde el escalón central hasta la base, aplican contra nuestros compatriotas una política fascista de barbarie inaudita. En estas condiciones, apoyándose en un ejército político popular que no cesa de organizarse y crecer, la población de Vietnam del Sur se esfuerza por desarrollar rápidamente sus fuerzas armadas de masas y prosigue activamente la edificación de las milicias de guerrilla y autodefensa en las tres zonas estratégicas.
El desarrollo vigoroso y generalizado de las milicias de guerrilla y autodefensa debe marchar parejo con el desarrollo de la guerrilla, para que esta se una al gran combate para vencer la “vietnamización” en el plano militar; y también está ligado a la intensificación de lasmasas, para realizar la convergencia de las tres puntas de ataque y hacer fracasar la “pacificación”. Las fuerzas armadas de masas y la guerrilla, con las tropas regionales como andamiaje, se combinan estrechamente con las fuerzas políticas, para poderse mantener firmemente en el teatro y combatir al enemigo localmente, utilizando diferentes métodos, ingeniosos y flexibles: cansarlo y aniquilarlo en la mayor medida posible, dispersarlo, contenerlo, cercarlo, aislarlo, atacar por sorpresa los puntos neurálgicos, destruir las bases logísticas, cortar las vías de comunicación fluviales y terrestres, contribuir a neutralizar sus procedimientos de combate, impedir los reclutamientos y la concentración de la población, proteger nuestras bases y puntos de apoyo políticos, disgregar y aniquilar el aparato de coerción del enemigo en las aldeas y municipios, así como sus fuerzas armadas regionales reaccionarias, volar su red de puestos militares, mantener y reforzar el potencial de la resistencia en todos los aspectos, echar por tierra el designio maquiavélico del imperialismo yanqui de “hacer combatir a los vietnamitas contra los vietnamitas”, alimentar la guerra con la guerra.
En la larga lucha revolucionaria en nuestro país en el sur, las fuerzas armadas de masas adquieren una importancia cada día mayor. Donde quiera que existan las bases políticas del pueblo y crean organizaciones armadas de masas. Apoyándose en el ejército popular de la revolución, cada día más desarrollado sobre la base de la alianza obrero campesina, la población del sur se preocupa por desarrollar sus fuerzas armadas de masas, tanto en el número como en la calidad, con formas de organización adecuadas, para lograr que en todas partes en el sur, de las montañas al llano, de los campos a las ciudades, tanto en la zona liberada como en la zona ocupada, se encuentran fuerzas armadas que combaten al enemigo y, de concierto con las fuerzas políticas de masas, constituyen una fuerza considerable en cada región así como en la totalidad del teatro de guerra.
Apoyándose en las fuerzas políticas del pueblo y las fuerzas armadas de masas, la población del sur y sus fuerzas armadas se han dado a la tarea de edificar las fuerzas armadas de liberación, numerosas y potentes. La edificación de estas fuerzas, que comprenden tropas regulares y regionales, está ligada al fuerte impulso que es necesario dar a la lucha militar, al desarrollo de la guerra regular, así como a la guerrilla, con el fin de vencer al enemigo militarmente y, en coordinación con la lucha política, llevar la resistencia hasta la victoria final.
Las unidades de las tropas regulares de liberación se desarrollan en número, y sobre todo en calidad y equipo; cuentan con los cuerpos necesarios y disponen, además, de poderosas fuerzas de reserva, así como de una movilidad muy grande; bien servida desde el punto de vista logístico, material y técnico, saben combatir cada día mejor, coordinando las distintas armas, en combates de envergadura variable y en diferentes teatros de operaciones. En los campos de batalla del sur, el combate regular se desarrolla sin cesar, con una envergadura y una fuerza creciente y luna eficacia cada día mayor. Gracias al combate regular, las fuerzas armada de liberación han logrado aniquilar fuerzas vivas importantes, derribar sus líneas de defensa, hecho fracasar sus procedimientos de combate, ampliar la zona liberada y alcanzar éxitos cada día más importantes. Sus víctimas entre las tropas regulares saigonesas han tenido fuerte repercusión en la moral y la organización del conjunto del sistema del ejército y del poder títere, asestándose así grandes golpes a la voluntad de agresión del imperialismo yanqui. Las fuerzas armadas de liberación han sostenido eficazmente las luchas políticas y lassublevaciones de las masas, facilitando el trabajo de agitación entre las tropas adversarias y las filas del enemigo en general, contribuyendo en medida considerable al cambio en nuestro favor en la correlación de fuerzas en la fisonomía de la guerra.
Las tropas regionales de las fuerzas armadas de liberación serán muy pronto lo suficientemente numerosas y potente como para servir de andamiaje, junto con la milicia popular, a la guerra del pueblo en las regiones, desarrollar la guerrilla y el movimiento insurreccional de las masas y llevarlos a un nivel más elevado, hacer añicos el programa de “pacificación” y, al propio tiempo, cooperar eficazmente con las tropas regulares en el gran combate para destruir militarmente la “vietnamización”. La edificación de las tropas regionales tiende a dotar a cada distrito, provincia y ciudad con un número adecuado de unidades combatientes de envergadura apropiada, dotadas delas unidades técnicas necesarias y con un alto valor combativo y un dominio total de varios métodos de combate. Las tropas regionales deben ser muy fuertes, bien entrenadas, fáciles de mover; deben saber llevar a cabo tanto el trabajo entre las masas como el combate; operan tanto agrupadas como en orden disperso, y constituyen la vanguardia de la guerra del pueblo en las regiones. En estrecha coordinación con las milicias de autodefensa y guerrilla, numerosas unidades de las tropas regionales han aniquilado unidades adversarias de las milicias provincial y aldeana, han desmantelado una serie de puestos, de aldeas estratégicas y de sectores de concentración de la población, han sostenido vigorosamente las luchas políticas y la sublevación de masas, a la vez que han cooperado eficazmente con las tropas regulares de las fuerzas de liberación que han venido a operar en su región.
En el momento actual, en el teatro de operaciones del sur, numerosas regiones y provincias han asimilado la línea de la guerra del pueblo, la línea de armamento de todo el pueblo, que han aplicado en forma resuelta y creadora, y gracias a esto han podido edificar no sólo fuerzas políticas amplias y sólidas, sino también fuerzas armadas regionales poderosas, que comprenden milicias y formaciones de guerrilla numerosas y fuertes, tropas regionales fuertes, dotadas de una gran combatividad, capaces de enfrentarse al enemigo localmente con procedimientos hábiles y eficaces. Así es como se ha logrado dar un fuerte impulso a la guerra del pueblo y hacer avanzar el movimiento de ofensiva y sublevación, hacer fracasar progresivamente la “pacificación” del enemigo, así como sus planes de reagrupación de la población, de reclutamiento, de vuelco de las formaciones paramilitares en el ejército regular; así es como se ha logrado mantener y desarrollar todas las fuerzas revolucionarias.
La práctica de la guerra revolucionaria en el sur ha demostrado que las masas populares constituyen el fundamento sólido de toda la obra revolucionaria; las fuerzas políticas de masas son el fundamento sólido de las fuerzas armadas y las fuerzas armadas so el fundamento sólido del ejército revolucionario. Para poder asegurar la guerra revolucionaria fuerzas considerables, para poder desarrollar plenamente el enorme poder de la guerra del pueblo, es preciso no escatimar esfuerzas para edificar el ejército político de la revolución y sobre esta base edificar las fuerzas armadas populares que comprenden las fuerzas armadas de masas y el ejército revolucionario; desarrollar en proporciones adecuadas las tres categorías de tropas y mantenerlas en una posición estratégica de ofensiva en todos los teatros de guerra; combinar estrechamente el gran combate con la guerrilla, y la lucha armada con la lucha política y la agitación entre los soldados enemigos. Solo así se logra engendrar la mayor fuerza global, para desintegrar y aniquilar al ejército títere, hacer fracasar la “pacificación” y la “vietnamización”, y finalmente derrotar por completo la agresión yanqui.
Es sobre todo el momento en que el imperialismo norteamericano pasa a la estrategia de “vietnamización”, poniendo en marcha su propósito maquiavélico de combatir a los vietnamitas con los vietnamitas; en el momento en que se apresura a edificar el ejército mercenario, con tropas regulares y regionales, para hacer de él un instrumento para la prosecución de su guerra de agresión; es sobre todo en este momento cuando el conocimiento de las leyes de organización de las fuerzas armadas populares adquiere una significación de suma importancia.
Nuestros compatriotas y combatientes en el sur disponen de una fuerza política y unas fuerzas armadas poderosas; de fuerzas armadas de masas presentes donde quiera; de un ejército de liberación aguerrido, móvil con efectivos apropiados; de milicias de autodefensa fuertes y numerosa, de tropas regionales poderosas que desempeñan el papel de fuerzas locales potentes y omnipresentes y, además, de tropas regulares muy fuertes y móviles. Dos fuerzas y tres categorías de tropas estrechamente coordinadas, que desarrollan plenamente su papel estratégico en la guerra revolucionaria e impulsan constantemente la lucha armada y la lucha política, la guerra convencional y la guerrilla hasta un grado muy alto. En estas condiciones, no cabe la menor duda de que nuestros compatriotas y combatientes vencerán al ejército y derribarán a la administración títere, harán fracasar la estrategia de “vietnamización” y llevarán nuestra lucha antiyanqui y por la salvación nacional hasta la victoria final.
Mientras prolonga la guerra de agresión en el sur y la extiende a toda Indochina, la administración Nixon no cesa de intensificar sus actos de guerra contra el norte de nuestro país. Tanto en lo inmediato como a largo plazo, fragua planes alevosos contra el norte socialista, gran retaguardia nacional, sólida base de la revolución en todo el país. Por esta razón, tenemos que velar constantemente por la edificación de las fuerzas armadas populares del norte, que tienen la tarea, junto con todo el pueblo, de vencer totalmente a los agresores yanquis y defender sólidamente el norte socialista, tanto en el presente como en el futuro.
El norte debe ser firme y potente en todos los aspectos; en lo político, en lo económico y en el de la defensa nacional. Por consiguiente, debemos dar un fuerte impulso a la revolución socialista y a la edificación del socialismo, reforzar continuamente nuestra unidad política y moral, edificar y desarrollar la economía y la cultura, para, sobre esta base, consolidar y reforzar nuestra defensa nacional por todo el pueblo, unir estrechamente la edificación económica y la defensa. Sólo con una economía poderosa, que comprenda un sector central y un sector regional, podemos tener una poderosa defensa nacional, una guerra del pueblo que se desenvuelva tanto en la totalidad del país como en cada región. Es preciso poseer un plan para estar siempre listos al combate, para preparar al país en todos los dominios y asegurar así una libertad de maniobra en cualquier circunstancia.
En cualquier circunstancia, es necesario que tengamos siempre presente esta ley de la edificación de la organización militar de nuestro pueblo: armar a todo el pueblo, armar a las masas revolucionarias, sin dejar de edificar el ejército del pueblo; combinar el ejército del pueblo con las fuerzas armadas de masas, y viceversa.
Es preciso que edifiquemos activamente un ejército del pueblo regular y moderno, y que desarrollemos en todas partes poderosas fuerzas armadas de masas, reforzando las tres categorías de tropas: las tropas regulares, las regionales y las milicias populares. Es preciso que continuemos consolidando las fuerzas populares armadas de seguridad. Es necesario que dispongamos de fuerzas permanentes poderosas, y también de fuerzas de reserva considerables.
Debemos seguir aplicando correctamente las políticas y regulaciones promulgadas por el estado, relacionadas con la edificación de lasfuerzas armadas populares y la consolidación de la defensa nacional por parte de todo el pueblo; debemos completarlas yperfeccionarlas para que se mantengan en armonía con el ulterior desarrollo de nuestro país. Debemos prestar atención particular a la formación del contingente de cuadros, columna vertebral de la edificación de las fuerzas armadas y la defensa nacional. Es preciso reforzar constantemente las bases materiales y técnicas, las bases logísticas de las fuerzas armadas, tanto a escala nacional para el norte en su totalidad, como en cada región.
Es necesario, en primer lugar, dar un fuerte impulso a la edificación de nuestro ejército, para hacer de él un ejército revolucionario de nuevo tipo, verdaderamente popular, un ejército regular y moderno, apropiado a las condiciones de nuestro país, que debe servir de andamiaje a la organización militar del pueblo para defender sólidamente las adquisiciones revolucionarias de la patria, para vencer a cualquier agresor, tanto en lo inmediato como en el futuro, para llevar a cabo con éxito cualquier misión de combate y de producción, cualquier trabajo que nos confíen el partido y el pueblo.
Tanto en este momento como en un futuro próximo, debemos proseguir la edificación del ejército popular de Vietnam, para hacer de él un ejército socialista, regular y moderno, que comprenda tropas regulares y tropas regionales, con fuerzas permanentes que poseen efectivos adecuados, dotados de altas cualidades combativas, y fuerzas de reserva considerables, bien organizadas y entrenadas.
Nuestro ejército ha de ser un ejército verdaderamente revolucionario y popular, pero con un nivel muy alto y moderno, que comprenda un ejército terrestre, una aviación y una marina modernos.
Nuestro ejército terrestre deberá poseer las armas necesarias, una estructura y una envergadura organizativa apropiadas a misiones de combate cada vez más extensas; deberá estar dotado de un fuerte poder de fuego y de una poderosa fuerza de choque, de una gran movilidad en cualquier terreno y en cualquier tiempo en nuestro país, y estar en condiciones de cumplir plenamente su misión de fuerza decisiva de la victoria en el campo de batalla.
Nuestra aviación debe ser reforzada hasta adquirir una envergadura adecuada, pero con una alta calidad combativa, con métodos de combate llenos de inventiva, para defender eficazmente el cielo de nuestro país contra cualquier agresor y cooperar estrechamente con el ejército de tierra y la marina en operaciones coordinadas.
Nuestra marina debe hacerse cada vez más fuerte, con un número suficiente de navíos, una calidad combativa elevada, una organización cada vez mejor estructurada y un equipo cada vez más moderno; debe desarrollar métodos de combate moderno; debe desarrollar métodos de combate adecuados al teatro de guerra marítima y fluvial de nuestro país, y ser suficientemente fuerte para defender nuestras costas, de gran longitud, y nuestro extenso sistema hidrográfico.
Nuestro ejército será, ante todo y para siempre, un ejército verdaderamente revolucionario y popular. Es éste un principio básico de la teoría de nuestro partido acerca de la edificación del ejército, y debemos tenerlo siempre presente, cualquier circunstancia.
La fuerza combativa de un ejército revolucionario es el resultado de estos factores: la conciencia revolucionaria, la moral de los cuadros y combatientes, la organización racional del equipo técnico de las tropas, el nivel técnico y táctico de los combatientes, el nivel de la ciencia y del arte militar, las capacidades de dirección y mando de los cuadros… esta fuerza es el producto de la alianza dialéctica entre el hombre y el armamento, entre la política y la técnica, entre la ciencia militar y los medios de guerra, entre la ideología y la organización.
Sin una buena moral, o con una moral baja, no puede haber energía revolucionaria creadora, ni actos de combate eficaces, ni bases para desarrollar la fuerza de los factores materiales y técnicos y del arte de combatir… aun cuando estuviera bien organizado, equipado y entrenado, un ejército sería fácilmente vencido si su moral dejara que desear. Sin embargo, no es posible dar cuenta del enemigo sólo con una buena moral. Aun con una buena moral, si el equipo técnico es mediocre, si la organización de las tropas es irracional, si los métodos de combate no son apropiados, no se puede desarrollar una gran fuerza combativa, y el factor moral no podría actuar plenamente y transformarse en una fuerza material considerable, susceptible de vencer al enemigo en el campo de batalla.
Lenin ha insistido en el papel eminente de la moral en la guerra: “en toda guerra, la victoria se condiciona, en último término, por el estado anímico de las masas, que derraman su sangre en el campo de batalla” Y añadía: “El mejor ejército, los hombres más leales a la causa de la revolución serán de inmediato aniquilados por el enemigo si no están bien armados, bien abastecidos y adiestrados” .
Así, cuando se considera la fuerza combativa de un ejército, hay que comprender bien la unidad dialéctica de estos factores. Es un error evidente poner el acento en el factor material, técnico, y considerarlo como decisivo. A la inversa, también es erróneo insistir únicamente en el factor político – moral y separarlo del factor material.
Al precisar la importancia de los factores que componen la fuerza combativa de un ejército revolucionario, estimamos que el factor fundamental es el elemento político – moral, la moral de los cuadros combatientes, la conciencia del ejército en cuanto al ideal revolucionario, al objetivo de la lucha, al fin político de la guerra.
En la guerra, “el hecho de que las masas tengan conciencia de las finalidades y las causas de la guerra tiene una enorme importancia y garantiza la victoria” . Cuando los cuadros y combatientes de un ejército revolucionario poseen una alta conciencia de los interesesclasistas y los intereses nacionales, están siempre dispuestos a sacrificarse por la independencia, la libertad y el socialismo, sólo muestran un deseo y una voluntad en el campo de batalla: vencer al enemigo, y están animados de una energía y una fortaleza extraordinaria. La historia de la lucha y del crecimiento de nuestro ejército, que a partir de nada ha logrado llegar a vencer a los imperialismos más feroces de la época, confirma elocuentemente esta tesis de Lenin.
La lucha armada es la forma más encarnizada de la lucha de clases, de la lucha nacional; tiene cierta característica: conlleva el sacrificio de sangre. Es por esto que un ejército revolucionario debe poseer una férrea voluntad combativa, y una alta abnegación hacia la patria. Sólo así podrá superar las pruebas y dificultades de la guerra, desarrollar la potencia de las distintas armas, aplicar de manera creadora los métodos de combate y poner en juego toda la potencia organizativa para vencer el adversario.
Bajo la justa dirección del partido, y a través de las pruebas de una lucha ardua, encarnizada y larga, nuestro ejército se ha forjado una naturaleza revolucionaria, un valor político muy alto, una moral elevada, que traducen brillantemente el pensamiento, los sentimientos y la moralidad de la clase obrera, de la nación vietnamita y de nuestra época. Es una fidelidad a toda prueba a la obra revolucionaria del partido y del pueblo; una determinación inquebrantable de combatir por la independencia y la libertad de la nación –“antes sacrificarlo todo que perder el país, que volver a caer en la esclavitud-”, un auténtico internacionalismo proletario. Es la voluntad de combatir y vencer, de atacar y aniquilar al enemigo; es una moral heroica, un espíritu inventivo e ingenioso, un espíritu de unión y coordinación, un sentido de subordinación a la organización y a la disciplina. Es un profundo amor por los compatriotas y los camaradas, un odio profundo a los imperialistas y sus lacayos, a la opresión y la explotación. Es una vigilancia revolucionaria siempre alerta ante las miras ylas maniobras del enemigo de la clase y de la nación. Esta naturaleza política, estas cualidades han sido ilustradas por el presidente Ho Chi Minh con estas palabras: “Nuestro ejército es fiel al partido devoto del pueblo; está siempre listo a combatir y sacrificarse por la independencia y la libertad de la patria, por el socialismo. Nuestro ejército lleva a cabo bien cualquier misión, supera cualquier dificultad, da cuenta de cualquier adversario”. Es éste el punto fuerte fundamental de nuestro ejército, la fuente de su poder combativo. Es un capital particularmente valioso para él, tanto en su edificación y su combate de hoy como del futuro. Durante el desarrollo de nuestro ejército hacia un ejército regular y moderno, estamos decididos a mantener y desarrollar este valioso capital, a transformar esta noble naturaleza en un conjunto de cualidades estables, en una hermosa tradición que el ejército popular de Vietnam dejará a todas lasgeneraciones.
Hoy más que nunca, frente a los designios del imperialismo norteamericano de prolongar la agresión contra nuestro país y extender la guerra a toda Indochina, nuestro ejército debe dar pruebas de abnegación, sin temer a las dificultades; debe perseverar en la resistencia e intensificarla, y desarrollar al máximo el papel, el efecto y la función del ejército del pueblo.
Para reforzar constantemente la naturaleza revolucionaria del ejército, es preciso conocer y aplicar correctamente los principios leninistas de la edificación política del ejército, lo cual se ha convertido, para nuestro ejército, en una tradición. Estos principios son los siguientes: asegurar constantemente, con respecto al ejército, la dirección directa y absoluta del partido en todos los campos. Este principio es fundamental; consolidar sin cesar la organización del partido, así como el sistema de trabajo político; reforzar sin descanso este trabajo dentro del ejército; prestar una gran atención a la enseñanza de la línea, de las tareas revolucionarias, de las directivas y políticas del partido; elevar la conciencia política, la conciencia nacional, la conciencia de clase; reforzar la determinación de combatir y vencer en el ejército; conceder gran importancia a la asimilación, por parte del ejército, de la línea y las ideas militares del partido, de la ciencia y el arte militares de la guerra del pueblo; formar activamente un contingente de cuadros absolutamente fieles a la obra revolucionaria del partido, dotados de capacidades de dirección, de mando y organización, aplicar una amplia democracia; reforzar la disciplina de acero, justa y libremente aceptada del ejército revolucionario; crear una buena relación entre el ejército, por una parte, y el partido, el poder revolucionario y el pueblo por la otra; en el propio seno del ejército, así como con el ejército y el pueblo de los países hermanos.
Con respecto al partido, nuestro ejército tiene siempre una confianza absoluta en su orientación y su dirección; se somete voluntariamente a su dirección; aplica escrupulosamente sus orientaciones, directivas y políticas; defiende resueltamente su línea, sus principios y sus puntos de vista; cumple cualquier misión que le confíe el partido.
Con respecto al poder revolucionario, nuestro ejército ha dado siempre pruebas de respetarlo y de voluntad de defenderlo; se une estrechamente a los organismos estatales, aplica estrictamente las orientaciones, directivas y políticas y la legislación del estado.
Con respecto al pueblo, nuestros cuadros y combatientes dan pruebas de una fidelidad total; lo respetan, le prestan ayuda, se baten con abnegación para defender sus intereses, respetan escrupulosamente la disciplina de masas.
En cuanto a las relaciones en el seno del ejército, cuadros y combatientes dan pruebas de espíritu de unión, unidad de puntos de vista, afecto recíproco; comparten alegrías y penas, se ayudan mutuamente de todo corazón. Todos se someten a la organización, cumplen estrictamente las órdenes, directivas y decisiones de los superiores, se ajustan a los reglamentos y regímenes fijados.
Con respecto al ejército y el pueblo de los países hermanos, nuestro ejército da pruebas de un auténtico internacionalismo proletario, se solidariza sinceramente con el ejército y el pueblo de los países hermanos, pese a los sacrificios y a las privaciones, para combatir juntos al enemigo común, considerando la obra revolucionaria de ellos como suya propia.
Para desarrollar todo el poder y la eficacia de la dirección del partido, es preciso elevar el nivel de asimilación de su línea política y de su línea militar, reforzar las capacidades de organización práctica de sus organismos, de sus cuadros y militantes en el ejército, responder a los imperativos de la edificación de un ejército regular y moderno, con el fin de cumplir cabalmente cualquier misión política y militar encomendada por el partido.
Nuestro partido posee una gran experiencia en la edificación política e ideológica del ejército, así como en la edificación de un ejército compuestos esencialmente de infantería y de un cierto número de otras armas. Nuestro partido está en condiciones de resolver con éxito los problemas planteados por la edificación de un ejército regular y moderno, constituido por numerosas fuerzas y armas, tanto en lo inmediato como en el futuro, en las condiciones concretas de nuestro país. Una de las tareas importantes en el momento actual es la de tratar de dominar progresivamente las leyes de la edificación y del combate de un ejército popular regular y moderno en lascondiciones de nuestro país, y aplicarlas progresivamente en la elaboración de una ciencia militar vietnamita avanzada, que permita, en lo inmediato, vencer al imperialismo norteamericano y, a largo plazo, defender a nuestra patria. Partiendo de ahí proseguiremos el perfeccionamiento, el desarrollo y la realización de la línea militar, de la línea de nuestro partido de edificación de un ejército revolucionario regular y moderno.
Sobre la base del robustecimiento de la naturaleza revolucionaria del ejército, debemos acelerar el proceso de su transformación en un ejército regular y moderno.
Todo ejército que haya llegado a un determinado nivel de organización y estructuración tiende necesariamente a convertirse en regular. Ya en el pasado, tanto en nuestro país como en muchos otros, este problema se ha planteado y resuelto. Mientras más se moderniza el ejército, más imperiosa se hace su centralización y su unificación, y más se acentúa su transformación en un ejército regular.
Lenin demostró que, cuando se tiene que combatir a un enemigo poderoso que puede lanzarse en cualquier momento a una aventura militar, y cuando el ejército pone en acción en medida cada vez mayor medios técnicos modernos y combate según el modo moderno, que exige una coordinación de acción muy estrecha y a la vez muy flexible, entonces no es posible realizar la unidad de ideas y de acción sin una alta centralización. Sin esta centralización, decenas, centenares de miles de hombres que operan en un amplio espacio, no puede cambiar rápidamente de modo o de método de combate, de dirección operacional, según una voluntad unificada y en relación con las modificaciones de la situación en el campo de batalla, para cumplir con éxito las misiones de combate en la guerra moderna.
Convertir en regular a un ejército es realizar su unificación organizativa sobre la base de los reglamentos, con el fin de dar a sus actividades una práctica unificada, elevar el sentido de la subordinación a la organización, su carácter centralizado, científico, para lograr una acción resuelta y unánime, una coordinación estrecha entre las diferentes partes del ejército en la guerra. Este proceso está ligado a la promulgación de diferentes reglamentos y regímenes, y a su aplicación.
Al igual que cualquier otro ejército, el ejército revolucionario debe convertirse en regular. Pero, a causa de su naturaleza política propia, el proceso es totalmente diferente en cuanto a los objetivos por alcanzar, el contenido y el método. El ejército de las clases explotadoras persigue un objetivo reaccionario; sus reglamentos y regímenes reflejan su naturaleza antirrevolucionaria, sus relaciones internas no igualitarias: este ejército se basa en una disciplina impuesta y mecánica, que obliga a los soldados a obedecer ciegamente. En cambio, para un ejército revolucionario, el mismo proceso mira a servir los nobles objetivos políticos de la revolución; los regímenes y reglamentos reflejan la naturaleza revolucionaria del ejército, los excelentes principios de edificación de un ejército de tipo nuevo; su aplicación se apoya en la conciencia política, el sentido de libremente aceptada, el espíritu de iniciativa de los cuadros y combatientes. Al apoyarse sobre esta base política, el proceso confiere al ejército revolucionario un poder netamente superior al ejército de las clasesexplotadoras.
En el transcurso de los años pasados, la promulgación, la modificación y el completamiento de los reglamentos y regímenes tuvieron un gran efecto en la edificación de nuestro ejército. Regímenes tales como el servicio militar, el servicio de los oficiales y los suboficiales, los grados militares, los reglamentos como el reglamento interno, los reglamentos de orden cerrado, de seguridad y de policía, sobre la disciplina y el combate; el trabajo de estado mayor, el trabajo político y logístico… todos contribuyeron a reforzar la centralización de nuestro ejército; están impregnados del pensamiento, de la línea, del arte militar de nuestro partido, así como de sus principios de edificación del ejército, y son apropiados a las condiciones de nuestro ejército y nuestro país. La práctica de la guerra nos ayuda, por otra parte, a completarlos, a aportar las modificaciones necesarias; nos sirve como una experiencia muy útil para la elaboración y el desarrollo de los reglamentos.
En consideración a la situación y a la tarea creciente del ejército de edificarse y combatir, es preciso continuar estudiando y mejorando los regímenes y reglamentos, con vista a servir mejor la edificación actual de un ejército regular. Al propio tiempo es necesario impulsar la elaboración de regímenes y reglamentos cada vez más completos, que sirvan de base para un trabajo ulterior en este sentido. Este sistema deberá englobar todas las actividades de nuestro ejército, y comprender:
- Los regímenes importantes, que reflejen las grandes políticas y directivas del partido y del gobierno en la edificación del ejército y en la consolidación de la defensa nacional, y que tengan fuerza de ley tanto en el ejército como entre la población;
- Los estatutos de organización, composición y equipo del ejército y de las diferentes armas, destinados a servir de base para una organización unificada del ejército;
- Los reglamentos del servicio interno, de orden cerrado, de seguridad y de policía, y sobre la disciplina, que sirvan de base a la vida dentro de un ejército regular;
- Los reglamentos del combate coordinado, del combate de las diferentes armas, destinados a establecer los métodos de combate fundamentales del combatiente y de las unidades en los distintos niveles;
- Los reglamentos del trabajo de estado mayor, del trabajo político, logístico, del trabajo en las escuelas y de los diferentes sectores…
Estimamos que, por muy completo que sea un régimen o un reglamento no podrán responder a todas las exigencias que se plantean en la práctica. Los reglamentos sólo indican la orientación fundamental para las diversas actividades del ejército, y no pueden brindar solución a todos los problemas que se tienen que enfrentar en los distintos momentos y los distintos lugares. Por consiguiente, sin dejar de exigir su escrupulosa aplicación, es necesario tratar siempre de dejar desarrollar el espíritu creador y la ingeniosidad de los cuadros y combatientes, y evitar el extereotipo, lo mecánico.
El contenido de los reglamentos refleja las experiencias, así como las exigencias de la edificación y del combate del ejército durante un tiempo determinado y en determinadas condiciones. La práctica de la edificación y del combate de nuestro ejército, sus capacidades, así como las del ejército enemigo en distintos campos, la ciencia y el arte militar, etc., están en movimiento perpetuo y cambian constantemente. Por consiguiente, los reglamentos deben completarse y desarrollarse sin cesar, para que mantengan una vitalidad renovada y puedan desempeñar un papel efectivo de dirección concreta con respecto a todas las actividades del ejército.
Sobre la base de su edificación y a medida que se vaya completando, es necesario activar el trabajo de educación entre los combatientes, para su aplicación escrupulosa. Esta aplicación debe apoyarse ante todo en el sentido de subordinación a la organización, de disciplina de los cuadros y combatientes; debe convertirse progresivamente en una práctica corriente, en un estilo de trabajo, en un nuevo hábito de la clase obrera ligada a la producción moderna, no de los pequeños productores ligados a una producción dispersa, artesanal, “libertaria”.
Para activar la edificación del ejército regular, un problema de importancia primordial es el de elevar el sentido de la subordinación a la organización y de la disciplina en el ejército. Lenin decía que el hecho de formular una disciplina estricta, un espíritu de ejecución radical de las órdenes y prescripciones posee una significación sumamente importante para elevar el nivel regular y el poder combativo del Ejército Rojo. “El ejército debe tener una disciplina de las más severas y rectas” . “Es necesario transformar el aparato de mando de arriba abajo, convirtiéndolo en un brazo de acero que ejecute a toda costa las órdenes de combate” .
La disciplina de nuestro ejército es una disciplina severa y justa, libremente aceptada, la disciplina de un ejército revolucionario. Refleja la naturaleza revolucionaria y los principios de edificación ideológica y organizativa del ejército de la clase obrera. Es una verdadera disciplina férrea: de disciplina nuevo tipo, muy firme, y que ningún ejército de las clases explotadoras podrían poseer.
Bajo la dirección del partido, y en el transcurso de un largo proceso de edificación y combate, nuestro ejército ha forjado su propia y hermosa tradición de disciplina revolucionaria. Esta tradición ha sido siempre un importante factor de sus victorias. Pero, en este campo, nuestro ejército no tiene solo cualidades. Surgió y creció en un país agrícola atrasado, que sólo ahora comienza a edificar el socialismo, y donde los vestigios de la economía de pequeña producción siguen todavía vivos en varios sectores de la vida social e individual. Por otra parte, maduró al calor de una guerra revolucionaria prolongada, se desarrolló partiendo de la nada, pasó de la guerrilla a la guerra convencional, ha operado en diferentes teatros de operaciones, se ha batido sin descanso durante décadas en condiciones extremadamente duras… Llegado a su madurez en tales circunstancias, nuestros cuadros y combatientes, cuyos aspectos positivos son esenciales, presentan todavía defectos, hábitos, modos de ser que ya no están de acuerdo con el alto sentido de la subordinación a la organización en un ejército moderno. Todavía no hemos alcanzado un nivel de disciplina militar muy elevado en relación con el desarrollo nuevo de nuestro ejército en cuanto a la organización y el equipo, y que responda plenamente a sus tareas de combate y de edificación cada día más grandes y complejas.
Por esta razón, debemos continuar inculcando en la tropa una profunda conciencia del papel y de las exigencias de la disciplina en un ejército regular moderno; debemos provocar una franca evolución en el espíritu de subordinación a la organización, en el sentido de la disciplina así como en el método de gestión de las tropas, para lograr que el ejército aplique estrictamente los regímenes y reglamentos y cumpla en forma radical todas las órdenes y todas las directivas de los superiores.
Se plantea ante nosotros el problema de edificar un ejército del pueblo, un ejército revolucionario y un ejército regular. Por consiguiente, en el transcurso de este proceso es preciso resolver correctamente las relaciones entre el centralismo y la democracia, entre la dirección del comité del partido y el papel del jefe; las relaciones de unión entre los cuadros y los combatientes, entre superiores y subordinados. Es preciso combinar estrechamente el trabajo ideológico con el trabajo de organización, el trabajo de educación y de persuasión con el entrenamiento práctico y la gestión estricta, el libre consenso con la obligación; aplicar en forma razonable y justa lasrecompensas y las sanciones. Hay que desarrollar el sentido de la responsabilidad, la conciencia de ser dueño colectivo de cada cuadro, de cada combatiente, con respecto a la aplicación de la disciplina, de los regímenes y reglamentos. En este campo, el papel de ejemplo y las capacidades de organización y de gestión por parte de los cuadros tienen una importancia muy grande.
Junto con la edificación del ejército regular, es necesario continuar dando un fuerte impulso a su modernización. Es ésta una exigencia que tiene carácter de ley en la elevación del poder combativo de nuestro ejército, en el momento en que nuestro pueblo emprende la edificación del socialismo, de las bases materiales y técnicas de la gran producción socialista; y sobre todo en el momento actual, en que las ciencias y técnicas han alcanzado en el mundo un alto grado de desarrollo y llevan incesantemente a grandes y rápidas modificaciones en el equipo y la técnica de los ejércitos. La modernización da a nuestro ejército un equipo y un nivel técnicos cada día más elevados, y lo hace capaz de hacer frente victoriosamente a cualquier agresor.
Modernizar significa renovar incesantemente el equipo y la técnica del ejército, multiplicar las armas técnicas, elevar entre los cuadros y combatientes el nivel de conocimiento y de utilización de las armas y medios bélicos nuevos. Significa, además, edificar una industria de defensa nacional moderna, desarrollar una red de comunicaciones modernas, que permitan al ejército operar en las condiciones de la guerra moderna. El equipo y la técnica modernos, unidos a una naturaleza política sólida y a un nivel de organización científico, asegurarán progresos sin precedentes en el poder combativo de nuestro ejército. El hombre nuevo en el ejército popular debe estar animado por un ardiente patriotismo, por una conciencia socialista elevada, por un sentido profundo de la subordinación a la organización y a la disciplina, y debe poseer conocimientos militares modernos.
Apoyándose en los éxitos de la revolución técnica en la edificación del socialismo en el norte en el transcurso de los años pasados, y en la ayuda de los hermanos países socialistas, nuestro ejército posee hoy una base material y técnica más poderosa que nunca. Nuestra infantería está dotada de armas muy modernas. Las fuerzas y armas (fuerzas terrestres, aviación, marina, artillería, defensa aérea, blindados, ingeniería militar, tropas químicas, transmisiones, transportes, etc.), están todas equipadas con armas y medios bélicos modernos. En armonía con este desarrollo, ha comenzado a tomar cuerpo una red de bases que aseguran el buen funcionamiento de la técnica. Nuestros cuadros y combatientes han progresado mucho en el conocimiento y la utilización de las armas y medios modernos, en las condiciones concretas del teatro de guerra de nuestro país. Es evidente que, después del período final de la resistencia antifrancesa y hasta el presente, nuestro ejército ha realizado grandes progresos en el sentido de la modernización. Lasgrandes victorias logradas por él en la resistencia antiyanqui son inseparables de este desarrollo de materia y de equipos y técnica.
Sin embargo, se trata solo de los primeros progresos. En comparación con muchos países de nuestro campo y del mundo, el novel de modernización de nuestro ejército no es todavía muy alto. Entre él y el ejército enemigo sigue existiendo un enemigo entre el equipo y la técnica. Tanto la resistencia antinorteamericana en lo inmediato, como la defensa del país a largo plazo, exigen aún grandes esfuerzos en la modernización de nuestro ejército. Es esta para nosotros una tarea y una aspiración de nuestro ejército y nuestro pueblo.
Debemos edificar un ejército moderno adaptado a las condiciones concretas y que responda lo mejor posible a los imperativos de nuestra defensa nacional. Debemos, pues, dominar las líneas política, militar y de edificación económica del partido, partir de lasposibilidades y condiciones reales de nuestro país, tener presente el enemigo a combatir y la correlación de fuerzas entre nosotros y el enemigo, el arte militar de la guerra del pueblo, el sentido de la ciencia y de la técnica militares en el mundo, para resolver en forma creadora el problema de la modernización del ejército.
Debemos seguir esforzándonos por renovar incesantemente el equipo y la técnica de nuestro ejército, que posee armas modernas y menos modernas para reforzar su potencial de juego, su fuerza de choque su movilidad. Es preciso apoyarse, por una parte, en el desarrollo de la economía nacional y, por la otra, aprovechar al máximo la ayuda de los llamados países socialistas, con vistas a realizar progresos rápidos en vísperas de la renovación del equipo y de la técnica de nuestro ejército.
En nuestra época, un ejército moderno debe comprender numerosas fuerzas y armas. Por consiguiente, es necesario edificarlo de forma equilibrada y adecuada.
Hoy, y para un período bastante largo en el futuro, en nuestro ejército popular las fuerzas terrestres constituyen las fuerzas fundamentales; la infantería es el arma esencial, y la artillería es el principal poder de fuego. Continuaremos reforzando nuestras fuerzas aéreas, nuestra defensa aérea, nuestra marina, nuestros blindados, nuestras tropas de ingeniería, de trasmisiones, químicas, de transportes; continuaremos organizando las armas y los servicios de forma racional, para aumentar cada día más la proporción de lasfuerzas y armas técnicas en la estructura del ejército; continuaremos desarrollando cada día más su efecto en el combate coordinado delas fuerzas y de las armas en la guerra moderna. Nuestro ejército debe estar listo a vencer al enemigo, tanto en las situaciones en que éste utilice armas convencionales como en el caso en que se atreva a hacer uso del arma nuclear.
Para que un ejército moderno pueda desarrollar toda su eficacia, es indispensable asegurar el conocimiento de la técnica y poseer una buena red de comunicaciones. Es necesario, además, sobre la base de una alianza estrecha entre las exigencias de la defensa nacional y de la economía, entre la edificación de las bases nacionales y las del ejército, intensificar la edificación de una industria de defensa nacional y de una red de comunicaciones apropiadas a las exigencias del combate de nuestro ejército y a las realidades de nuestro país.
Esta industria debe ser capaz de asegurar las reparaciones pequeñas, medianas y grandes; debe producir las piezas de repuesto, los artículos destinados a mejorar el equipo y el material en el sentido que exigen las tácticas y, al propio tiempo, debe llegar a producir ciertos tipos de armas y medios bélicos en la medida de nuestras posibilidades. Es preciso ampliar incesantemente las red de comunicaciones, que comprende carreteras, vías férreas, fluviales, marítimas, aéreas; combinar estrechamente las vías de comunicación importantes desde el punto de vista militar con las que son importantes para la economía, las comunicaciones nacionales y regionales; satisfacer las necesidades del ejército moderno en cualquier circunstancia.
La modernización del ejército exige largos esfuerzos y está subordinada al nivel de desarrollo de las bases materiales y técnicas del socialismo. Así, pues, sobre la base de una coordinación estrecha con los planes de desarrollo económico y cultural, es preciso trazar un plan a largo plazo de modernización del ejército, con vista a fijar la orientación y los grandes objetivos que han de servir de base para la formación de los cuadros, para la investigación científica y técnica, las condiciones de infraestructura, etc. Es importante trazar al propio tiempo, planes a corto plazo con objetivos precisos, de modo que se pueda hacer avanzar al ejército a medidas que lasposibilidades lo permitían.
El ejército del pueblo comprende tropas regulares y tropas regionales, desempeñando estas últimas un papel estratégico importante en la guerra del pueblo. Por esta razón, en la edificación del ejército popular prestamos una atención particular a la edificación de las tropas regulares, sin dejar de edificar las tropas regionales.
Gracias a las correctas directivas del partido, durante los años de la resistencia antinorteamericana las tropas regionales experimentaron nuevos desarrollos desde los puntos de vista de la organización, del equipo, de la capacidad combativa y del mando… en primer lugar, las que han combatido directamente contra la guerra yanqui de destrucción sistemática: las tropas antiaéreas, la artillería, la ingeniería militar… en muchas provincias, ciudades, distritos y regiones industriales, unidades de artillería de la DCA han derribado numerosos aviones yanquis, unidades de artillería terrestre han incendiado barcos enemigos, unidades de ingeniería han contribuido ampliamente a mantener abiertas las vías de comunicación, unidades de infantería han puesto rápidamente fuera de combate a los comandos enemigos y llevado a cabo con éxito muchas otras tareas. Con un poder combativo nuevo, las tropas regionales se mantienen listas para hacer fracasar, junto con otras fuerzas armadas, cualquier aventura militar del imperialismo norteamericano. Está claro que, en cierto sentido, nuestras tropas regionales de hoy están más desarrolladas que nuestras tropas regulares en la etapa final de la resistencia antifrancesa. Esto ha contribuido a aumentar el poder de la guerra del pueblo en lasregiones, lo cual confirma que la decisión de reforzar las tropas regionales y dotarlas de las armas necesarias, abastecerlas de armamento y material bélico moderno, y transformarlas progresivamente en tropas regulares y modernas, es correcta.
La edificación de las tropas regionales debe llevarse a cabo siguiendo los principios y orientaciones definidos para la edificación del ejército del pueblo. Sin embargo, por sus tareas de combate, por el carácter de sus actividades, por sus métodos de combate, que difieren más o menos de los de las tropas regulares. Y por estar acantonadas en su región, es necesario aplicar en forma adecuada este principio y esta orientación.
La edificación de las tropas regionales debe basarse en las características particulares de cada región, en su posición militar, en sus particulares misiones de combate dentro del conjunto de la misión general de las fuerzas armadas, en su potencial humano y económico, en las condiciones del terreno, en la apreciación de la situación enemiga en la región… La envergadura de las tropas regionales, su composición, su equipo, su forma de combate en cada provincia, ciudad, distrito, región industrial, no pueden ser copiaos de las tropas regulares, ni pueden repetirse mecánicamente de una región a otra.
También en el caso de las fuerzas regulares y su transformación en ejército regular y moderno, siempre hemos insistido en la necesidad de otorgar una atención suficiente a las características de la misión y de los métodos de combate… de las diferentes fuerzas que operan en los diversos teatros de la guerra, para determinar la organización de las tropas, su composición, equipo, modo de vida… en forma apropiada, evitando uniformarlas mecánicamente.
Tratándose de las tropas regionales, esta transformación requiere una atención suficiente a las circunstancias y condiciones concretas, a las características propias de cada región. La transformación debe tener un contenido concreto que refleje tanto la centralización y la unificación necesarias como la diferenciación, no menos necesaria, entre las regiones. Alegar particularidades de tal o más cual región para subestimar la necesidad de la centralización y la unificación, subestimar la importancia de la subordinación a la organización y la disciplina, descuidar la aplicación de regímenes y reglamentos entre las tropas regionales es un grave error; a la inversa, realizar la centralización y la unificación según una fórmula estereotipada, en forma mecánica, es otro error. Al realizar la modernización, es necesario también determinar exactamente sus exigencias, saber utilizar los armamentos y los medios apropiados, combinando siempre estrechamente los armamentos y los medios modernos, con los menos modernos y los rudimentarios. La experiencia nos enseña que armas incluso muy modernas son ineficaces si no son apropiadas a las regiones; y también es cierta la situación inversa. Batir al enemigo, desempeñar correctamente el papel de andamiaje, de fuerza de choque en la lucha armada en la región, cumplir cabalmente todas las tareas: éste es el objetivo que debemos proponernos al aplicar los principios de edificación de las tropas regionales.
Las provincias, las grandes ciudades, las regiones industriales en el norte de nuestro país ocupan en el momento actual un territorio bastante vasto, con una población de uno a dos millones de hombres cada una de ellas. Paralelamente al desarrollo de la economía central, nuestro partido ha decidido dar un fuerte impulso a la economía regional, para hacer de las provincias las grandes ciudades ylas regiones industriales unidades económicas cada día más poderosas. Es preciso unir estrechamente la economía y la defensa a escala regional, dar a las provincias, las grandes ciudades y las regiones industriales solidez y poder en todos los aspectos, hacer deellas unidades estratégicas fundamentales de la guerra del pueblo a escala regional.
Los éxitos de la revolución socialista y de la edificación socialista a escala regional, así como a escala nacional, han creado y siguen creando en las regiones, y en todos los aspectos, crecientes posibilidades para la edificación y el desarrollo de las tropas regionales.
En las condiciones actuales, que exigen la intensificación del trabajo militar regional con el fin de contribuir activamente a la derrota de cualquier aventura militar del imperialismo norteamericano, defender eficazmente el norte socialista y cumplir cabalmente el papel de gran retaguardia con respecto al sur combatiente, es preciso imprimir un nuevo impulso a la edificación de las tropas regionales. Estas tropas deben contar con fuerzas permanentes en cantidad racional, y con fuerzas de reserva poderosas, bien organizadas y entrenadas, listas para engrosar rápidamente para engrosar los efectivos combatientes cuando la situación lo exija. Es necesario disponer de fuertes unidades de infantería y de otras armas, dotadas de armamentos y medios bélicos modernos y menos modernos, bien entrenadas, de gran movilidad, con métodos de combate llenos de inventiva y con una creciente capacidad de combate. Las tropas regionales deben distinguirse tanto en el gran combate como en la guerrilla, deben poder operar estrecha coordinación con las milicias de autodefensa y de guerrilla, así como con las tropas regulares dependientes del Alto Mando, para aniquilar al enemigo y defender la región.
Con tropas regionales poderosas, edificadas en armonía con las condiciones de cada región y que puedan responder a las exigencias del combate en su territorio, con milicias de guerrilla y de autodefensa fuertes y presentes en todas partes; con la estrecha colaboración de las unidades armadas de seguridad cada día más consolidadas, las fuerzas armadas populares regionales en el norte socialista poseerán un nuevo poder combativo muy grande, y la guerra popular en las regiones dispondrá de nuevas posibilidades considerables.
Para realizar con éxito la edificación de las fuerzas armadas regionales, en particular, y el trabajo militar regional en general, es necesario reforzar la dirección de las instancias del partido con respecto al trabajo militar regional, consolidar los organismos militares regionales, formar un contingente de cuadros militares regionales. Los organismos militares regionales deben estar a la altura de lastareas militares de la región, deben estar a la altura de las tareas militares de la región, debe ser capaces de dirigir y mandar a lastropas regionales tanto en su edificación como en el combate, y dirigir a las fuerzas armadas de masas en la región.
Es preciso elevar el nivel de dirección general y particular del trabajo militar regional, para que este último responda a los imperativos de la defensa nacional actual y futura en la región, y para que avance paralelamente con las nuevas potencialidades, cada vez mayores, de la construcción y del desarrollo de la economía regional.
Para que el ejército domine el equipo y la técnica modernos, para que conozca a fondo los principios del arte militar, para que los aplique magistralmente y posea una alta capacidad combativa, es indispensable prestar la mayor atención a la instrucción militar. Se trata de un trabajo importante, permanente, en la edificación del ejército, tanto en tiempo de paz como durante la guerra, para elevar lascapacidades combativas de las tropas y mantenerlas siempre listas para el combate.
La instrucción militar tiene el objeto, en definitiva, de vencer al enemigo. Por consiguiente, debe concordar con las tareas y la línea militar, con los imperativos del arte milita, con la situación real del enemigo y la nuestra, en cada período determinado. La instrucción militar debe obedecer totalmente al principio de hacer que el ejército asimile todo lo que la guerra exige de él; debe formar al ejército en todos los aspectos: voluntad de combatir, sentido de la organización y de la disciplina, estilo de combate, técnica, táctica, resistencia física, etc.… Debe elevar el nivel de esta formación para ponerla en condiciones de responder lo mejor posible a las realidades prácticas del combate; debe exaltar el espíritu de ofensiva, el valor, la determinación, la ingeniosidad, el espíritu inventivo de los cuadros y combatientes en todos los actos del combate.
Para adaptarse a los imperativos de la guerra moderna, sobre la base de una asimilación completa del pensamiento operacional en nuestro ejército, y de nuestro arte militar, instruir a los cuadros y combatientes de modo que conozcan y utilicen perfectamente todo el equipo, todas las técnicas modernas; que asimilen y lleven correctamente a la prácticas los principios operacionales, los principios tácticos, los principios de organización y mando de acciones concertadas de diferentes fuerzas y armas. Formar al ejército para hacerlo capaz de librar diferentes géneros de combate, de distinguirse tanto en la ofensiva como en la defensiva, tanto en la guerra de movimientos como en el ataque a obras fortificadas, tanto en las operaciones coordinadas como en los enfrentamientos aislados, enbatallas de cualquier envergadura, en todos los terrenos, con cualquier tiempo y en las circunstancias más complejas. Nuestro ejército debe estar listo para vencer al enemigo, ya use éste armas convencionales o se atreva a emplear su arsenal nuclear o químico.
Para lograr el éxito en la acciones interarmas, el ejército debe ser fuerte en toda su estructura, de arriba abajo, desde el órgano de mando a las unidades de base, en todos los niveles, en todas las armas y sectores. Así, pues, hay que asegurar una buena formación en cada nivel operacional y en cada uno de los peldaños tácticos; una buena instrucción tanto del combatiente como de las formaciones pequeñas o grandes, del órgano del mando, de la unidad de combate, de la unidad de apoyo. Dominar bien la instrucción de los cuadros y órganos de mando, preocuparse por construir unidades de base fuertes y aguerridas.
Enseñar al ejército a contener la evolución de la situación del enemigo desde todos los puntos de vista, a mantenerse listo para hacer fracasar cualquier nuevo procedimiento de guerra que éste emplee. Prestar una atención particular al estudio y al desarrollo creador de la rica experiencia de combate de nuestro ejército, y al propio tiempo estudiar en forma selectiva y creadora la de los ejércitos de los hermanos países socialistas.
Es peligroso, tanto en la guerra como en la paz, complacerse en la autosatisfacción y descuidar el arte militar. De modo que es necesario coordinar estrechamente el estudio de la ciencia militar y la instrucción militar, desarrollar y mejorar incesantemente nuestro arte militar, poner el acento en la síntesis de la experiencia en materia de instrucción, perfeccionar el contenido y los métodos de instrucción, poner a nuestro ejército en condiciones de aplicar, en cualquier circunstancia, su excelente arte militar y sus grandes capacidades combativas, con vista a vencer al enemigo.
Una buena edificación de un ejército popular regular y moderno implica un punto clave: la formación de un contingente de cuadros fuerte y poderoso en todos los aspectos.
Este contingente debe ser calificado, debe comprender efectivos suficientes y satisfacer los imperativos cada vez más elevados de lastareas revolucionarias; debe reflejar el crecimiento continuo de nuestro ejército, comprender un sólido núcleo y abundantes fuerzas de reserva y relevo. Estructuralmente, será completo, equilibrado; comprenderá a la vez cuadros de dirección, de mando, cuadros especializados, técnicos, cuadros superiores y cuadros de base, cuadros del ejército regular y de las tropas regionales, cuadros del activo y de las reservas, que respondan a las exigencias tanto del tiempo de paz como del tiempo de guerra, tanto a las exigencias inmediatas como a las de largo plazo, de las diversas fuerzas y armas de nuestro ejército.
Para llegar a formar este contingente de cuadros, es preciso, en primer lugar, comprender y observar siempre escrupulosamente la línea del partido en relación con los cuadros. El carácter de la clase obrera que debe marcar este contingente es un problema fundamental en esta línea. La solución –satisfactoria o no- que se dé a este problema tiene una gran importancia: nuestro ejército será capaz o no de mantener y exaltar su naturaleza revolucionaria, de ser firme y sólido en cualquier circunstancia, de elevar su espíritu de ofensiva y su heroísmo revolucionario. En cualquier situación, debemos conocer bien esta línea del partido, observar estrictamente la orientación de clase y los criterios políticos que el partido ha definido para cada fase de la revolución. En las condiciones de una sociedad donde todavía existen las clases, la guerra y el ejército, hay que recordar siempre este principio y atenerse a él: no disminuir nunca el carácter de clase en la edificación del contingente de cuadros para nuestras fuerzas armadas.
Como cuadros de un ejército revolucionario, regular y moderno, los nuestros deben poseer una sólida base política, un excelente nivel de conocimientos políticos, militares, especiales y técnicos y una cultura cada vez más elevada. La calificación de nuestros cuadros debe materializarse en su capacidad de cumplir con éxito cualquier tarea –combate, trabajo- que el partido les confíe.
En primer lugar, los cuadros deben mostrar una fidelidad a toda prueba hacia el partido, hacia la obra revolucionaria del proletariado, hacia el ideal comunista; deben estar animados por un patriotismo ardiente, una devoción sin límites al pueblo, a la patria, puros sentimientos revolucionarios, un gran espíritu de ofensiva revolucionaria, una firme voluntad de combatir y vencer, un odio implacable al enemigo, heroísmo en el combate, abnegación en el trabajo, alto sentido de la organización y la disciplina, un buen estilo de combate y de trabajo, sin temor ante las pruebas ni los sacrificios; serán valientes y decididos, ingeniosos e inventivos; realizarán todas las tareas en cualquier circunstancia.
Nuestros cuadros deben llegar a poseer conocimientos profundos en los dominios político, militar, científico y técnico; conocimientos indispensables en materia económica; capacidades de dirección y mando, organización y acción. Deben estudiar para asimilar bien los principios del marxismo – leninismo en los problemas de la guerra y el ejército y la línea política y militar y la ciencia militar del partido; deberán conocer las tradiciones y experiencia de la guerra de nuestro pueblo; deberán conocer más a fondo al enemigo; aprenderán en forma selectiva y creadora la experiencia de los hermanos países socialistas y, al propio tiempo, las nuevas realizaciones de la ciencia militar mundial. Se les pide un esfuerzo paciente para elevar su nivel cultural, científico y técnico, sus capacidades de gestión e instrucción del ejército, de dirección y mando, de organización en las acciones concertadas entre diversas fuerzas y armas.
La edificación del ejército popular, regular y moderno, exige un contingente de cuadros que sea expertos en la técnica y seguros políticamente, que sirvan de núcleo en la utilización, la gestión, el perfeccionamiento y la invención de equipos y técnicas modernos. El contingente de cuadros debe comprender todas las ramas indispensables y el nivel profesional vario: cuadros medios, superiores, ingenieros – jefes y científicos; debe dominar la ciencia y la técnica modernas, aplicarlas en forma creadora para resolver mejor los problemas técnicos de nuestro ejército, y contribuir al propio tiempo a la edificación de la ciencia y la técnica de nuestro país. Debemos tener un contingente de investigadores que conozca el marxismo leninismo, la ciencia militar, la práctica de la revolución y de la guerra revolucionaria en nuestro país… para que sirva de columna vertebral al estudio y el desarrollo de la teoría y la ciencia militares.
Al hablar de los cuadros del ejército popular, no podemos dejar de mencionar a los reservistas. Su papel es parecido al de las fuerzas de reserva del ejército en la guerra. Por consiguiente, su formación debe marchar pareja con la edificación del contingente de cuadros del ejército en activo, para constituir un potencial. Sus efectivos deberán ser suficientes, bien calificados, bien estructurados, equilibrados, para poder responder en cualquier circunstancia a las necesidades de crecimiento del ejército, de sus diferentes fuerzas y armas. Es necesario asegurar un buen control de los cuadros militares desmovilizados, y al propio tiempo impartir una instrucción conveniente a los reservistas, reglamentar la inscripción, el censo, la movilización en las distintas ramas de actividad, organismos del estado, empresas y fábricas, escuelas, etc.… y en las fuerzas armadas populares.
Las leyes del desarrollo de la revolución y de sus fuerzas armadas revolucionarias postulan que nuestro partido asocie estrechamente los cuadros veteranos a los cuadros jóvenes. Será necesario perfeccionar a los primeros, ricos en experiencia, y al propio tiempo formar, perfeccionar y promover ampliamente a los segundos, forjados en el combate y el trabajo, poseedores de virtudes revolucionarias y aptitudes, que son promesas para el futuro y pueden servir durante mucho tiempo en el ejército.
Para formar este contingente de cuadros, podemos seguir varios caminos: forjarlos al calor del combate y el trabajo, y formarlos y perfeccionarlos en escuelas o en cursos nocturnos mientras siguen realizando sus actividades normales. Tanto en lo inmediato como en el futuro, el sistema de las escuelas del ejército desempeñan un papel de primerísimo importancia. Es necesario reforzarlo y consolidarlo con academias, facultades y escuelas para la formación y el reclutamiento, organizadas por las distintas fuerzas y regiones militares.
Paralelamente con la edificación del ejército popular, regular y moderno, es preciso aumentar en todas partes las fuerzas armadas demasas, numerosas y potentes, desarrollar en el campo y las ciudades las milicias campesinas y de autodefensa, con efectivos considerables, una calidad cada vez más alta, una capacidad combativa cada vez mayor, en armonía con el desarrollo, en todos los aspectos, de la construcción del socialismo en nuestro país, y correspondiendo a los imperativos, cada vez más elevados en lascondiciones modernas, de la guerra del pueblo y de la guerra por la defensa de la patria socialista.
Estas fuerzas deberán estar en condiciones de servir de andamiaje a todo el pueblo que defiende las regiones en la propia base, de desempeñar plenamente su papel de elemento de choque en el desarrollo económico, así como de constituir poderosas reservas para el ejército popular. Las mismas formarán una base sólida para la defensa nacional de todo el pueblo y la guerra del pueblo. Junto con el ejército popular, constituyen unas poderosas fuerzas armadas del estado socialista, capaces de hacer frente en la actualidad al imperialismo yanqui, y a cualquier otro invasor eventual en el futuro; capaces de realizar con éxito las tareas encomendadas por el partido y el pueblo; capaces de salvaguardar las conquistas de la revolución y defender la soberanía, la integridad territorial y la seguridad d la patria.
Intensificar en todas las circunstancias la edificación de las fuerzas armadas de masas, amplias y poderosas, tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz, es una manifestación concentrada en la alta vigilancia revolucionaria de nuestro pueblo. En la resistencia actual, esto es necesario para contribuir a la defensa y la construcción del norte socialista y hacer fracasar cualquier maniobra y acción de guerra del imperialismo norteamericano. Más tarde, cuando esta larga y dura resistencia haya concluido victoriosamente y nuestro pueblo haya conquistado la independencia y la libertad totales y esté enfrascado en la reconstrucción del país en la paz, entonces las fuerzas armadas permanentes podrán disminuir, mientras que aumentarán en proporción las fuerzas armadas de masa para mantenernos listos a hacer frente a cualquier eventualidad, coordinando estrechamente la edificación económica y la defensa nacional, la reconstrucción del país y los preparativos para defenderlo.
Como todos sabemos, las fuerzas armadas de masas constituyen uno de los dos componentes fundamentales de la organización militar de nuestro estado; y las milicias populares constituyen uno de los tres elementos de las fuerzas armadas populares. Como organización armada revolucionaria del partido, las milicias deben edificarse de acuerdo con la línea, los puntos de vista y los principios comunes de la edificación de las fuerzas armadas revolucionarias. Se trata de un problema de posición, de principio, que nos cuidamos mucho de no perder de vista. Son organizaciones armadas no separadas de la producción, y cuyos miembros son a la vez civiles y militares: no pertenecen a las fuerzas armadas permanentes y se diferencian del ejército regular y de las tropas regionales. Es preciso captar bien estas diferencias para poder impulsar vigorosamente la edificación de las fuerzas armadas de masas y lograr que desempeñen plenamente su papel estratégico eminente de milicias populares.
Las milicias populares, amplias fuerzas armadas de masas, condensan en forma directa el carácter multitudinario de la organización militar del estado proletario, carácter surgido de la liberación de la clase obrera, tal como lo había previsto Engels. Las milicias populares son la fuerza armada más estrechamente ligada y más directamente unida a las fuerzas políticas. Extraen su poder combativo del poder de las masas en la base, en cada localidad. Por este motivo, al organizarlas, es muy importante desarrollar sus efectivos y movilizar hasta el último hombre de las fuerzas políticas locales.
Como fuerzas armadas no separadas de la producción, se dedican directamente a la producción, sin dejar de combatir directamente para defender la producción, la vida y los bienes de la población. Todas sus actividades militares están íntimamente ligadas a lasactividades productivas, económicas y culturales. La fuente de su poderío reside en la de todos los campos de la organización de la producción. En el campo, el poder combativo de las milicias campesinas marcha parejo con la pujanza de las cooperativas; el de lasmilicias de autodefensa en las ciudades y zonas industriales va unido a la fuerza, en todos los aspectos, de las fábricas, empresas, obras, etc. Por consiguiente, al crear las milicias es necesario coordinar siempre estrechamente las exigencias de la producción y lasdel combate, las exigencias de la economía y las de la defensa nacional. Sin este principio, esta edificación no tendría éxito y las milicias carecerían de poder combativo.
Las milicias populares son las fuerzas armadas que más íntima y directamente están vinculadas a la base, a las localidades. Son el fundamental instrumento de violencia del poder popular en la base, organizado y dirigido por las instancias locales del partido. Edificadas en las condiciones particulares de la base en cada localidad, las milicias crecen y combaten en ellas. Su valor combativo debe materializarse, en primer lugar, en su capacidad para cumplir su misión de combate y de producción localmente. Al organizarlas, es indispensable basarse en las tareas del combate y de la producción de cada localidad, de cada base, así como de su estructura real desde los puntos de vista político, económico, militar, geográfico, etc., para impartir directrices y fijar medidas adecuadas, evitando caer en el estereotipo, en lo mecánico.
Las milicias populares combaten esencialmente en orden disperso, practican la guerrilla, se adhieren a la población, al suelo, combaten en sus propios centros de producción y de vivienda, cansan a las fuerzas adversarias y las aniquilan por partes, defienden directamente la vida y los bienes de la población local. Se comprende que su organización no puede calcarse mecánicamente de la del ejército regular ni de la de las tropas regionales, que constituyen formaciones concentradas, que operan en grados diferentes, en orden compacto y en forma convencional.
En el actual Vietnam del Norte, las milicias populares están organizadas sobre la base del régimen socialista, que se consolida y refuerza constantemente. Esto plantea un conocimiento perfecto de las características de este régimen en lo que respecta a lasrelaciones de producción, a la estructura de las clases sociales, etc., para sacar el mayor provecho de su indiscutible superioridad en los planos político, moral y organizativo, de las nuevas posibilidades ofrecidas por la base material y técnica, del desarrollo del hombre nuevo entre la clase obrera y entre los campesinos colectivistas, para estar en condiciones de imprimir un impulso cada vez más enérgico a la edificación de las milicias populares.
En primer lugar, hay que asegurar la más amplia expansión numérica de sus efectivos. Es éste un imperativo cuya importancia debemos subrayar en la organización de las fuerzas armadas de masa. Lenin dijo: “La victoria de la revolución depende del número demasas proletarias y campesinas que se alcen para defenderla” .
Gracias a la superioridad del régimen socialista, estamos perfectamente en condiciones de reunir grandes masas en lasorganizaciones locales de combate o de servicios para el combate; estamos en condiciones de aumentar la proporción de milicianos en la población, con el fin de hacer de las milicias una amplia organización militar del pueblo trabajador. Preconizamos una educación militar generalizada, con vista a dar a todas las capas de la población, a todos los jóvenes y viejos, a todos los muchachos y lasmuchachas, una preparación militar necesaria y apropiada, que les permita realizar su deseo de participar en la lucha contra el enemigo. Estamos decididos a lograr que el enemigo –si se atreve a desencadenar una guerra de agresión total contra nuestro país- se enfrente a la respuesta, no de unos cientos de miles o de unos millones de personas, sino de decenas de millones de nuestro pueblo entero levantado en todas partes, desde las montañas hasta el llano, desde la región media hasta la costa, en el campo y las ciudades, para que, estrechamente asociado con el ejército popular, ataque dondequiera, en todas las formas y con todo tipo de armas.
El poder de las fuerzas armadas de masas en el régimen socialista no reside sólo en sus efectivos numerosos, sino también en la calidad, en la organización de los armamentos, en la forma de combate y, fundamentalmente, en su poder político-moral. Es importante, pues, conocer a fondo los principios del partido acerca de la organización de las fuerzas armadas revolucionarias, y aplicarlos en la organización de las milicias populares; consolidar y reforzar la dirección del partido en relación con las milicias; prestar la mayor atención al trabajo político y conocer bien la línea de clase y los criterios políticos en su organización, para hacer de ellas el instrumento eficaz y seguro de la dictadura del proletariado en la base. Su conciencia política está directamente ligada a la del pueblo trabajador. Su educación política no puede separarse de la del pueblo trabajador de la localidad, en la base, y debe ser resuelta simultáneamente porlas organizaciones del partido, los organismos de masas, los órganos de poder, los centros de producción y los organismos militares de la localidad.
Como contenido de la educación política e ideológica, además de las nociones comunes a todos los ciudadanos, las milicias deberán asimilar las tareas de las fuerzas armadas revolucionarias en general y las de las milicias en particular, las tareas militares de la localidad. Aumentarán su vigilancia revolucionaria, su voluntad de defender a la patria, su espíritu de sacrificio en la defensa de la vida y los bienes de la población en la aldea, el barrio, la cooperativa y la fábrica; aumentarán su conciencia de ser dueños colectivos en la defensa y la edificación del país.
Como organización, se debe edificar al propio tiempo las milicias campesinas, las milicias de guerrillas en el campo, en lascooperativas; las de autodefensa, la autodefensa de choque en la ciudad, en las zonas industriales, en el centro de trabajo, en la granja estatal, en los organismos del poder, en la escuela. A medida que la construcción del socialismo se desarrolla, aumenta el número de zonas industriales y nuevas regiones económicas. Entre la población, la proporción de obreros, cuadros, funcionarios y pueblo trabajador en las ciudades crece constantemente. Al propio tiempo, en los campos se realizan muchas modificaciones: en lascooperativas agrícolas las relaciones de producción se consolidan, se refuerzan las bases materiales y técnicas; la clase de los campesinos colectivistas se amplía. En este contexto, las milicias de autodefensa desempeñarán un papel cada vez más destacado junto a las milicias campesinas, y será necesario organizar la autodefensa paralelamente con las milicias campesinas. Las primeras deben traducir el desarrollo en todos los aspectos y el poder combativo de la clase obrera y del pueblo trabajador de las ciudades; lassegundas, los de la clase de los campesinos colectivistas y del campo socialista en el norte de nuestro país.
Nuestro país comprende la región montañosa, la región media, el delta, la zona costera, las ciudades y los centros industriales. Cada región ocupa una posición de importancia variable en los planos político, económico y estratégico, y posee sus particularidades desde los puntos de vista geográfico, de la población, de las costumbres y hábitos, de las potencialidades amplias y variadas… Es necesario partir de estas particularidades regionales para trazar la orientación y las tareas apropiadas a cada región en la edificación de lasfuerzas armadas de masas. Naturalmente, esta edificación varía entre la región montañosa y el delta, entre la costa y el interior, entre los campos y la ciudad. Sólo así podemos poner a las milicias populares en condiciones de utilizar a fondo los recursos propios de cada región en hombres, equipos y armas, para convertirlas en fuerzas locales aguerridas, acostumbradas a combatir y a servir al combate en las condiciones particulares de cada región, desempeñando el papel de punta de lanza en el desarrollo de la guerra del pueblo en la base, y de las fuerzas de choque en la construcción y el florecimiento de la economía local.
Las milicias populares cumplen simultáneamente con la tarea militar y la producción, o con cualquier otro trabajo del aparato estatal. Por consiguiente, al edificarlas, hay que tener en cuanta todas las condiciones de la producción, del trabajo, del estudio, de la vida de la población, y apoyarse en las bases de producción; brigadas de producción y cooperativas agrícolas, fábricas, empresas, granjas estatales, servicios públicos, escuelas, aldeas y comunas, barrios… Sólo bajo estas condiciones lograrán las milicias populares unir estrechamente el combate, la producción y el trabajo en cualquier circunstancia, tanto en tiempo de guerra como en la paz.
Es necesario explotar al máximo y sacar la mayor ventaja de las posibilidades existentes y siempre crecientes de las distintas ramas de la economía nacional y de otras ramas de actividad de la sociedad, organizar y utilizar racionalmente sus fuerzas de milicias con el fin de elevar la capacidad combativa de las milicias y permitirles combatir y servir al combate con eficacia. En los años de resistencia a la guerra norteamericana de destrucción sistemática, se ha formado progresivamente en las ciudades y los centros industriales la autodefensa en distintos sectores: ingeniería mecánica, construcción, comunicaciones, correos y telecomunicaciones, asistencia médica, actividades fluviales y marítimas, etc.… La experiencia demuestra que, si se sabe aprovechar la competencia técnica y especial de cada rama, las milicias podrán especializarse y se podrá prescribir una orientación para la edificación de las milicias, para su correcta utilización, su organización y una distribución racional del trabajo. Esto dará a las fuerzas armadas de masas nuevas y considerables potencialidades, las hará capaces de responder a los imperativos de la guerra moderna, de coordinar eficazmente su acción con la de las tropas regionales y el ejército regular, de engrosar las filas de las distintas fuerzas y armas del ejército popular.
En cuanto al equipo, partiendo de las exigencias del combate y la topografía, preconizamos dotar gradualmente a las milicias de guerrilla y a las milicias de autodefensa de choque de un cierto número de armas y medios bélicos relativamente modernos y adecuados; y esforzarnos, al propio tiempo, por aumentar sus armas rudimentarias y mejorarlas. La revolución técnica en el norte de nuestro país tiende a construir la nueva base material y técnica del socialismo, a mecanizar el trabajo artesanal, confiriendo ya desde ahora un nuevo contenido a la directiva de “equipar con los medios a nuestro alcance”. Si en el pasado la aplicación de esta directiva para las milicias estaba ligada, en lo esencial, a una técnica rudimentaria, hoy tiende a explotar cada vez más la técnica moderna. Conlas nuevas posibilidades de las regiones en el momento actual, debemos utilizar al máximo los medios y las armas relativamente modernos existente en el país, para equipar las fuerzas de choque de las milicias. Sin embargo, nos cuidaremos mucho de subestimarlas armas y los medios rudimentarios o mejorados. La práctica de la guerra de larga duración en nuestro país ha demostrado que estos últimos son muy eficaces, que poseen un gran poder que permite al conjunto de la población combatir al enemigo con procedimientos muy variados e ingeniosos en una guerra de autodefensa en nuestro propio suelo. Además, por muy industrializado que sea un país, no podría en realidad suministrar armas suficientes a toda la población. Por esta razón, mientras la vanguardia de las fuerzas armadas demasas está provista de armas y medios bélicos nuevos, más modernos, la gran mayoría de la población, en cambio, debe utilizar todo tipo de armas y medios rudimentarios mejorados. De otro modo, el armamento de la población, de las grandes masas, se vería limitado.
Continuar impulsando la organización y el desarrollo de los equipos, los grupos, las unidades especializadas en las milicias: es esta una fase que tiene carácter de ley en la elevación del poder combativo de las milicias en las condiciones de una guerra moderna, cuando sus equipos pueden ser gradualmente perfeccionados y aumentados, cuando nuestro pueblo persigue la industrialización socialista del país y edifica las bases materiales y técnicas del socialismo.
Gracias a las justas orientaciones del partido, durante los años de resistencia a la guerra norteamericana de destrucción sistemática se han creado en las milicias equipos antiaéreos de ametralladoras y artillería, equipos de artillería terrestre, de ingeniería, de transmisiones, equipos contra la guerra química; las unidades de fuego han sido equipadas con morteros y otras armas modernas. La eficacia de las milicias en el combate o en el servicio al combate ha aumentado claramente. En numerosas localidades, las milicias han derribado aviones norteamericanos, incendiado barcos de guerra norteamericanos, aniquilado rápidamente destacamentos de comando enemigos, manejado con maestría medios de guerra modernos y relativamente modernos; han contribuido en medida apreciable a desactivar y destruir bombas, minas y torpedos norteamericanos; han reparado y construido carreteras, puentes, bases, campos de aviación; han realizado distintas obras y fabricado medios técnicos modernos para nuestras unidades de defensa aérea, de cohetería, de comunicaciones, de ingenieros, de la marina, etc.… Esta realidad nos permite afirmar que, en el norte socialista, lasmilicias son perfectamente capaces de utilizar hábilmente las armas y medios de guerra modernos para aniquilar al enemigo y servir al combate. En el futuro, sus capacidades aumentarán cada vez más, gracias al incesante mejoramiento del nivel cultural, técnico y organizativo de nuestro pueblo, y al numeroso contingente de cuadros y combatientes desmovilizados de todas las armas del ejército popular, que constituye en todas partes el andamiaje de las fuerzas armadas de masas.
Debemos conceder gran importancia a la instrucción militar de las milicias populares y de toda la población.
Debemos estudiar, profundizar y definir el contenido de esta instrucción y un método de instrucción acordes con nuestro método de guerra, con nuestro arte militar, con las exigencias y las tareas de cada región en las diferentes situaciones de la guerra, acordes con el adversario a combatir, con las condiciones concretas de organización, equipo, actividades productivas, y trabajos de las milicias. Debemos inculcar en estas últimas una fuerte voluntad ofensiva, hacerles asimilar el pensamiento operacional y los modos de combate de las guerrillas en las condiciones modernas, y proporcionarles un buen nivel técnico, táctico y especializado, que responda a los imperativos del combate en la región. Debemos hacer que adquieran un conocimiento perfecto de los lugares y un gran valor combativo, tanto cuando se baten solas como cuando tienen que coordinar estrechamente su acción con las de las demás fuerzas armadas que operan en la región. Su instrucción militar debe estar unida a la producción. En las ramas en que las condiciones son favorables, hay que elevar su capacidad de combatir y servir al combate paralelamente con su capacidad de producción.
Debemos considerar seriamente los métodos de guerra de las milicias como un arte, como una parte importante de nuestra ciencia militar, y sintetizar la experiencia bélica de las fuerzas armadas de masas en las dos zonas del país, realizando estudios para edificar y desarrollar su arte de la guerra.
Paralelamente con la instrucción de las milicias y los reservistas, atribuimos una gran importancia a los estudios militares en el partido y a la intensificación de la instrucción militar generalizada en el pueblo. En el pasado, para crear una tradición nacional de espíritu guerrero tendiente a asegurar la defensa del país, durante muchos siglos de independencia nuestros antepasados aplicaron diversas formas de competencia: concursos de arte militar, de lucha cuerpo a cuerpo, de tiro al blanco, de esgrima, etc. Hoy debemos actuar en el mismo sentido, y promulgar la educación militar generalizada para que el pueblo esté conciente de la necesidad de la defensa nacional, para elevar sus capacidades militares, para exaltar la tradición de amor por el arte militar. Debemos impulsar enérgicamente el movimiento de educación física y deportes militares, darle un contenido cada vez más variado que traduzca las exigencias de la guerra del pueblo en un contexto moderno. Debemos difundir los conocimientos militares entre la población en formas variadas, apropiadas a cada edad, y en primer lugar entre la juventud de ambos sexos; debemos desarrollar progresivamente las agrupaciones de masas para el estudio de los problemas militares: círculos de aeronáutica, de transmisiones, de química, etc. Debemos acelerar el movimiento de acoplamiento de las organizaciones populares y las unidades del ejército.
Un ejército regular moderno debe poseer sin falta reservas poderosas y bien organizadas. Las fuerzas armadas de masas constituyen ricas reservas para el ejército popular. La organización y la dirección de las reservas son muy importantes en tiempo de guerra para completar los efectivos del ejército, así como en tiempos de paz para preparar al país para hacer frente a cualquier eventualidad. Lasreservas deben estar bien constituidas desde los dos puntos de vista: el cualitativo y el cuantitativo; deben ser aptas para satisfacer el crecimiento y el completamiento de los efectivos de infantería y de otras armas del ejército del pueblo. Su edificación y su dirección requieren una política, un régimen y un plan. Es necesario dar una gran importancia a la instrucción y al control de los militares desmovilizados y aun aptos para las fuerzas de la reserva. Debemos establecer un plan para los ejercicios y la movilización, con el fin de restablecer y aumentar rápidamente los efectivos de nuestras fuerzas armadas en caso de necesidad. Tenemos que instaurar régimen adecuado de instrucción, que permita a los cuadros combatientes reservistas seguir de cerca el desarrollo del ejercicio y de la ciencia militar moderna, progresar al mismo ritmo, cumplir plenamente con su papel de las fuerzas de andamiaje de las fuerzas armadas locales, y reintegrarse al ejército en caso de necesidad. Debemos prestar mucha atención al control y la instrucción de los reservistas funcionarios, y llegar a distribuirlos en la forma más ventajosa: tales reservas están destinadas a pertenecer a tal sector, a tal localidad, a completar tal arma, tales fuerzas, tales tropas regulares de guarnición en tal localidad. Así el cuerpo de ingenieros extrae sus reservas de los servicios de la construcción: las transmisiones las extraen de los correos y telecomunicaciones; el servicio médico militar, de la asistencia médica; la marina, de las empresas fluviales o marítimas, entre la población de las riberas de los ríos o de las costas. De este modo, los cuadros y combatientes que se vuelven a incorporar al ejército dominarán rápidamente las técnicas y especialidades de su arma. Una vez desmovilizados, se reintegrarán a sus antiguos servicios, donde servirán no solamente como núcleo para las fuerzas armadas de masas, sino también para promover la producción, para elevar la productividad del trabajo, gracias a las capacidades técnicas y a las especialidades adquiridas. Esto beneficiará tanto a la lucha armada como a la edificación, tanto a la defensa nacional como a la economía, lo mismo en tiempo de guerra como en la paz.
De acuerdo con los puntos de vista de nuestro partido, armar a las masas no significa únicamente organizar, educar, entrenar y equipar a una población numerosa, sino también construir activamente la retaguardia en todos los aspectos: político, económico, de la defensa nacional; construir una plataforma sólida para la guerra del pueblo en la base, en cada región.
Para la guerra del pueblo, el poder de nuestra retaguardia, tanto en todo el norte como en cada región, está subordinado a los éxitos de la edificación socialista. De ello se desprende que debemos preocuparnos por llevar adelante la triple revolución –en las relaciones de producción, en la técnica, en la cultura-, por hacer las regiones cada vez más sólidas políticamente, más prósperas económicamente y más fuertes en el sector de la defensa nacional. Al dar un fuerte impulso a la economía regional, no debemos olvidar establecer un plan de estrecha coordinación entre la edificación económica y el robustecimiento de la defensa nacional en todas las ramas: la agricultura, la industria, las comunicaciones y los transportes, las telecomunicaciones, la asistencia médica, la cultura, la construcción, etc.
Debemos activar la creación de los sistemas de aldeas, barrios, grupos y sectores de resistencia, que permitan hacer frente a cualquier eventualidad en tiempo de guerra y favorezcan en tiempo de paz las actividades productivas y otras actividades de la población. Estas son sólidas posiciones ofensivas y defensivas de nuestras tres categorías de tropas, puntos de apoyo seguros en los que nuestra población descansa para combatir y continuar produciendo en medio de una guerra encarnizada. Debemos prepararnos gradualmente para hacer frente al eventual empleo, por parte del enemigo, del arma nuclear.
La edificación de las aldeas, comunas y barrios de combate debe englobar todos los sectores: debe poseer una sólida organización del partido, y poderosas y amplias fuerzas políticas de masa y milicias campesinas y de autodefensa; debe transformar el terreno, formular planes de combate y proceder al entrenamiento de las fuerzas armadas regionales, así como de toda la población; debe prepararse efectivamente, transformar de hecho cada cabaña, aldea y barrio en fortalezas para la guerra del pueblo en la base, y cada provincia en una unidad estratégica para la defensa nacional en todo el pueblo.
En la organización de las fuerzas armadas de masas, paralelamente al fortalecimiento de la dirección del partido a nivel local, y de la dirección concreta del organismo militar local, se plantea un problema de gran importancia: organizar un vigoroso contingente de cuadros para las fuerzas armadas de masaslas milicias campesinas y de autodefensa. Este contingente debe corresponder al creciente desarrollo de las fuerzas armadas de masas desde los puntos de vista de los efectivos, la capacidad, la organización y el equipo y el arte de combatir al adversario; debe satisfacer las exigencias cada vez mayores y más complejas del reforzamiento de la defensa nacional y de la guerra del pueblo en la base.
Los cuadros de las milicias populares no abandonan la producción: la conjugan con su tarea militar, trabajan y combaten en conexión con la actividad productiva, con las actividades del pueblo en la base. Para su organización, debemos prestar mucha atención a la calidad, a la extracción social y a los criterios políticos. Además de las cualidades políticas comunes a los cuadros de las fuerzas armadas revolucionarias, los cuadros de las milicias populares deben conocer a fondo la línea y las tareas políticas y militares del partido y las tareas económicas y militares de la localidad, deben estar dispuestos a cumplimentar todas las resoluciones de la instancia local del partido, a cumplir cualquier orden del organismo militar, cualquier instrucción de la administración local, cualquier orden o instrucción de nivel superior. Deben poseer el necesario nivel de conocimientos militares y conocer la situación política, económica y cultural de la localidad, la situación en la base; deben saber coordinar con maestría el trabajo militar con el trabajo económico y con cualquier otro trabajo; deben ser capaces de ayudar a la instancia del partido a asegurar la dirección concreta en materia militar, ser capaces de dirigir y mandar, de organizar la correcta relación de las tareas de edificación y de combate, y de servir al combate; debe ser capaces de ayudar en el frente, en la instrucción militar generalizada a la población, en la organización de las reservas, en la ejecución de las políticas en la retaguardia, así como en cualquier otro trabajo relacionado con el robustecimiento de la defensa nacional en la localidad.
A través de los distintos movimientos revolucionarios en las localidades, y sobre la base de las realidades del combate y el trabajo, se seleccionarán los elementos elite para convertirlos en cuadros. Para lograr una cantera de cuadros para las milicias populares es necesario llevar a cabo esta labor en coordinación con la edificación de las organizaciones del partido y las organizaciones de masas de la localidad. Es preciso distribuir correctamente el trabajo entre los cuadros, utilizarlos en forma racional, crear las condiciones que les permitan asumir responsabilidades bien definidas, acumular experiencias y desarrollar sus capacidades para cumplir con éxito todaslas misiones asignadas a la localidad.
Es necesario asimilar bien y resolver correctamente los problemas expuestos para lograr un aumento numérico de las milicias populares, sin dejar de elevar constantemente la calidad en todos los aspectos: político, ideológico, de organización, de equipo, de instrucción, de edificación de la retaguardia, de formación y superación del contingente de cuadros… se pondrán así en práctica las enseñanzas del venerado tío Ho: “cada habitante es un valiente combatiente; cada aldea, cada comuna, cada barrio urbano una fortaleza; cada cooperativa, cada empresa una base logística para la guerra del pueblo, para transformar el país en un solo campo de batalla y aniquilar a cualquier agresor.
Con su lucha victoriosa y heroica, llevada a cabo con una estrategia y una táctica hábiles, contra las fuerzas de agresión más brutales –el imperialismo yanqui- con su labor creadora en la edificación de un régimen social nuevo y muy hermoso, nuestro pueblo vive actualmente los días más gloriosos de su historia en la era de la independencia, la libertad y el socialismo de la patria vietnamita.
Nuestra resistencia actual nos recuerda –con legítimo orgullo y un alto sentido de responsabilidad- el conjunto de la historia de lucha heroica de nuestro pueblo contra las invasiones extranjeras, y en particular la gloriosa resistencia bajo los Trang. Nuestro pueblo resistió entonces victoriosamente al invasor mongol, el enemigo más temible de Vietnam en el pasado, y de la humanidad en la edad media, que había envuelto en sangre y fuego a una gran parte de Asia y Europa y había borrado a más de un estado de la faz de la tierra. Nuestro pueblo cumplió así de manera brillante su sagrada misión nacional y abrió el camino hacia el derrumbe del imperio mongol contribuyendo dignamente a la lucha de varios pueblos y estados de esa época contra el invasor extranjero.
Hoy, en la nueva era de la historia de la humanidad, inaugurada por la gran revolución de octubre; en la época de Ho Chi Minh para nuestro país, y bajo la dirección del partido, nuestro pueblo ha combatido y combate con brillantes victorias al imperialismo norteamericano, el más brutal y el más poderoso agresor que haya tenido que enfrentar nuestro país en toda su historia contemporánea, y el enemigo número uno de toda la humanidad.
Esta resistencia es la más grande, la más gloriosa en toda la historia de lucha de la nación vietnamita contra los invasores extranjeros. Esta resistencia es considerada el centro, la primera línea de la lucha de los pueblos contra el imperialismo norteamericano.
Nuestro pueblo está plenamente conciente de su sagrada misión nacional así como de su alta obligación internacional. Poseemos la determinación y las fuerzas para vencer al agresor, liberar el sur, defender el norte, avanzar hacia la reunificación pacífica del país y marcar un hito en el proceso de derrumbe, de alcance histórico, del neocolonialismo norteamericano, contribuyendo dignamente a la lucha revolucionaria de los pueblos del mundo entero.
El secreto del éxito de nuestro pueblo reside en el patriotismo de todos, en la multiplicación del poder del país, en la movilización de toda la nación; reside en que todo el país une sus fuerzas y todo el pueblo combate al enemigo, en la insurrección general y la guerra del pueblo, teniendo como pilares a su ejército y sus fuerzas armadas de base. El pensamiento de Trang Quoc Tuan, “el país entero unido en un esfuerzo común”, y su método, que hace “de cada ciudadano un soldado” –lo cual permitió la victoria en el siglo XIII-, no han cesado de desarrollarse, con un contenido cada vez más rico, una calidad cada vez más elevada y una fuerza cada día más grande, hasta su cumbre actual, el gran pensamiento militar del presidente Ho Chi Minh: “unión de todo el pueblo”, “todo el país combate al enemigo”, “treinta y un millones de nuestros compatriotas son treinta y un millones de valerosos combatientes contra los norteamericanos”.
Hoy nuestro pueblo se beneficia de las justas, independientes y creadoras líneas política, militar e internacional del partido; de un régimen social de vanguardia; de fuerzas político - morales y material – técnicas en continuo aumento; de la ayuda activa de los países del campo socialista y de la simpatía y el apoyo de toda la humanidad progresista. En esta época nueva, disponemos de la fuerza invencible de la unión combatiente de todo el pueblo, de todo el país, de toda la nación, basada en el bloque obrero campesino y bajo la dirección de la clase obrera. Poseemos inmensas fuerzas políticas y armadas. Las fuerzas armadas populares comprenden el ejército del pueblo, regular y moderno, y las fuerzas armadas de masas, amplias y poderosas. Sin la menor duda, llevaremos a cabo con éxito nuestra sagrada tarea racional y nuestra alta misión internacional.
Los pensamientos: “el país entero unido en un esfuerzo común”; “hacer de cada ciudadano un soldado”; “unir a todo el pueblo”; “todo el país combate al enemigo”; así como la organización militar: “armar a todo el pueblo”, “asociar al ejército a las fuerzas armadas de masas”, constituyen un método original del pensamiento militar vietnamita, pensamiento militar de un pequeño país que debe vencer a agresores poderosos en su justa lucha por la independencia y la libertad.
“Armar a todo el pueblo, unir el ejército del pueblo y las fuerzas militares de masas y viceversa; tomar las fuerzas armadas de masascomo base del ejército del pueblo, que a su vez le sirve de andamiaje; edificar las tres categorías de las fuerzas armadas populares”: Este es el contenido primordial de la línea preconizada por el partido para edificar las fuerzas armadas populares, de su línea militar en general, de la ciencia militar vietnamita en la época actual. Este principio de organización es una creación, un logro notable de nuestro partido y nuestro pueblo. La experiencia nos enseña que en la lucha revolucionaria en general, y en la lucha armada revolucionaria en particular, cuando la línea es justa se puede dar correcta solución al problema de la organización, factor de primera importancia de la victoria.
Este principio de organización militar es un arma valiosa en el tesoro de la experiencia de los pueblos, sobre todo de los pequeños pueblos agredidos y sometidos que se alzan para combatir al imperialismo y al colonialismo y obtener la independencia nacional, la democracia y el progreso social.
En cualquier circunstancia debemos atenernos firmemente a este principio; debemos seguir constantemente de cerca las realidades de la sociedad, de la guerra, del desarrollo de la producción, de la ciencia y de las técnicas; debemos estudiar activamente y en forma selectiva la experiencia de los hermanos países socialistas y de los pueblos del mundo. En nuestra confrontación encarnizada con el enemigo, debemos basarnos siempre en el contexto histórico específico de cada período, para aplicar con espíritu creador la línea militar y el principio de organización militar del partido, desarrollándolos continuamente y evitando caer en el conservadurismo, en el inmovilismo, en el estereotipo, en lo mecánico, para elevar así aún más el poder combativo de toda nuestro pueblo, desarrollar vigorosamente la guerra del pueblo vietnamita y edificar unas fuerzas armadas populares de Vietnam cada día más poderosas.
Nuestro pueblo, nuestra nación, están muy decididos a derrotar totalmente la agresión norteamericana, a construir un Vietnam pacífico, reunificado, independiente, democrático y próspero.
Conservaremos para siempre la tierra legada por nuestros antepasados; defenderemos siempre la independencia de la querida patria vietnamita.

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